El año 2025 ha empezado con el final del matrimonio Serra-Guardiola, la ruptura sentimental más sentida del panorama de celebrities catalanas. La ruptura de Shakira y Piqué se convirtió en un show por el factor colombiano: Shakira no soportó la figura de Clara Chía aunque Piqué nunca ha admitido que fuera infiel. Todas las canciones de despecho, desamor y venganza han acabado haciendo mundialmente famoso el divorcio, que suena en todas las radios y pistas de baile. En cambio, la discreción catalana de todo el asunto Pep-Cristina convierte el divorcio del entrenador y la empresaria de moda en una cosa mucho más privada. Eso no necesariamente evita la curiosidad de los culés entristecidos por una ruptura que, a diferencia de la de Piqué, ha sido inesperada, sorprendente y de las que se lamentan. EN Blau tenía escrito que los Guardiola Serra son como la Familia Real catalana: imagen impecable, exitosos en todo, guapos, tres hijos sin un solo escándalo, una maravilla. Y los detalles que van surgiendo de la ruptura añaden tranquilidad: no hay terceras personas sino el mero desgaste de una pareja de hace 30 años y un factor clave: cuando los hijos han sido mayores el trabajo ha pasado por encima de la familia y eso ha hecho insostenible a la pareja. Cuando Pep y Cristina se han quedado solos (los hijos ahora tienen 24,22 y 17 años), Serra esperaba un gesto de Guardiola renunciando a seguir el ritmo feroz de su carrera internacional y el gesto ha sido el contrario: Pep ha renovado dos años con el City. Si no querías caldo, dos tazas. Serra dijo basta: quiere el divorcio.
De todas las explicaciones que ha filtrado el entorno de la pareja hay un dato que muchos lectores no han entendido: Pep y Cristina eran una pareja LAT, el acrónimo de un neologismo extranjero: living apart together, literalmente "viviendo separados juntos". Qué quiere decir eso. Es el resultado de un pacto de pareja, usualmente cuando uno de los miembros del matrimonio tiene que cambiar de país o ciudad por motivos profesionales y el otro cónyuge no lo sigue. Es una excepción total en el mundo del fútbol, donde todas las WAGS, las mujeres de futbolistas, siguen ciegamente a los jugadores allí donde residen. Incluso ha sucedido en el caso más desigual de la Historia del fútbol: Shakira era más rica, famosa y con una carrera más potente que la de Piqué pero la WAG colombiana siguió al jugador y lo dejó todo para residir en Barcelona, hasta el punto que le costó una condena de años de prisión y multa por no pagar a Hacienda. Cuando incluso Shakira sigue lo que marca el profesional del fútbol, Cristina Serra dijo que no. El año 2016 Pep sale de Munich y ficha por el City, la familia se instaló en Manchester, una ciudad horripilante. Cristina Serra aguantó hasta 2019, tres años. Entonces cogió a su hija pequeña Valentina, que tenía 11 años, y volvieron a Barcelona. El City les pone un jet privado para verse cuando deseen. El 2021 Pep compra una mansión de 10 millones de euros en Pedralbes para que madre e hija vivan de lujo y para cuándo pasen en Barcelona temporadas Màrius que vive en Dubái, Maria que vive en Londres y el mismo Pep. Es decir hace 5 años, desde 2019, que Pep y Cristina son un matrimonio LATO, living apart together, tú en Manchester y yo en Barcelona. ¿Qué pactos implica eso?
El pacto esencial es sobre fidelidad. Una pareja LAT puede ser que viva su relación con más pasión porque abandonan las rutinas que vulgarizan el amor y cuando se encuentran, una vez cada quince días por ejemplo, todo es explosivo, con más ganas y sin reproches. Pero según explica una psicóloga a la revista Clara ""Hay estudios que demuestran que las parejas LAT son el doble de infieles. No compartes el día a día, el cariño, la oxitocina que te da ver a esa persona, el amanecer. Cuando os veis, son ratitos superficiales de calidad ¿dónde queda el amor?" Todo depende de cada caso, el matrimonio Guardiola Serra han parecido siempre muy enamorados y ejemplares para sus hijos, y modernos. Se casaron el año 2014 por lo civil en Matadepera cuando los tres niños ya eran mayores. No les hacía falta una boda enorme, ni los papeles, ni nada más que el amor que se tenían. Y simplemente el amor se ha acabado. Ahora se quieren pero de otra manera.
El problema es por qué se divorcian ahora si podrían seguir viviendo separados y casados. Aquí es donde se abren las especulaciones, lo más normal es que cualquiera de los dos pueda iniciar si lo quiere una nueva relación sentimental y no lo quiera hacer mientras sigue casado. Eso explicaría el divorcio. No la existencia de terceras personas sino la opción que pueda haberlas en el futuro. El pacto LAT tiene agujeros: la convivencia mata el amor, y la no convivencia, también. No hay fórmulas mágicas. Como acaba de decir Maria Guardiola, la única que ha hablado: "Al final todo se reduce a sentirse querido'.