El mundo de la televisión puede ser, a menudo, muy agradecido. Numerosos profesionales que han dedicado toda su vida a hablar delante de las cámaras, y que todavía lo hacen, lo acreditan. Los focos y los platós, sin embargo, pueden ser muy absorbentes, y a veces hay quien decide romper con todo este mundo y marcharse hacia una nueva vida. Es el caso de la expresentadora y miembro de una famosísima saga familiar, Rita Irasema. Aunque lo que ha quedado ligado para siempre a millones de niños españoles es su apellido paterno: Aragón. Porque ella hizo fortuna en televisión de la mano de su célebre padre, al famoso payaso Miliki, y hermana del también presentador y ahora productor, Emilio Aragón.
Llevaba el espectáculo y el circo en la sangre, por lo cual, era de cajón que acabara presentando, al lado de su padre, El gran circo de TVE en la cadena pública española. Después, apariciones en la década de los 80 en El loco mundo de los payasos o Un, dos, tres, responda otra vez, hasta que dio el salto en los años 90 a las cadenas privadas, primero con La merienda o La guardería en Antena 3, y después con Superguay en Telecinco, donde también participó en la famosa serie de su hermano, Médico de familia, en algún papel esporádico. Su paso por televisión también incluyen programas como ¿Qué apostamos?, Telepasión española, Trilocos o presentando diferentes galas para TVE. Hasta que decidió que ya era suficiente, y dejó el relevo televisivo, por ejemplo, en manos de otros miembros de la saga, como uno de sus hijos Manuel Feijóo, a quién vimos en Compañeros.
¿Pero por qué dejó la tele Irasema? Por la fe. Por la religión. Por una llamada de Dios y la Virgen. Tal como explicaba en la Cadena SER, “A mí me iba muy bien en la vida. Pero desde que tenía unos 15 años siempre fui muy infeliz por un vacío muy grande. Hasta que no pude más y la Virgen me respondió. Poco a poco, el Señor me fue dando algunos detalles y signos, personas que me hablaban de la alegría de ser cristianos”. Después de pasar por una depresión en los años 90, y tal como explica en La Vanguardia, “Nadie se daba cuenta, yo no sabía lo que me estaba pasando. Hasta que llegó un momento, pasados siete años y como no había médico que me arreglara, entré a una iglesia y la Virgen me dijo ’tú sigue, haz lo que te diga”. Irasema confiesa que el tema le viene de lejos: "Amaba mucho a Dios desde pequeñita. Pero después, la televisión demanda mucho, te exige mucho, y me aparté un poco. Hasta que hubo un punto de inflexión que yo solita, casada, con hijos y en televisión, me pregunté si era capaz de abandonarlo todo por seguir a Jesús. Me contesté que no. Estaba en un desierto espiritual. Hasta que un día decidía que ya no podía más".
Explica la expresentadora que "esa noche me moría ya. Estaba en mi habitación, en la cama acostada y dije 'ya no puedo vivir más', porque yo ya no sentía amor, sentía el peso de la vida, no se puede explicar. No se lo contaba a nadie. Esa noche dije 'ya no puedo vivir más', hasta que la Virgen me dijo que empezara a rezar el rosario. Así fue como comencé". Un camino, el de la fe, que la llevó a apartarse del todo de los focos y a vivir entregada a la religión, a su familia y a una escuela de música que montó.