Cambio de día en Telecinco con respecto al durísimo testimonio de Rocío Carrasco. El debate de Supervivientes será los domingos, por eso, este miércoles, la cadena emitió el sexto capítulo de Rocío: contar la verdad para seguir viva. Y sin ningún tipo de dudas, ha sido de los más escalofriantes. La hija de la Jurado ha hablado de su padre, Pedro Carrasco, de la novia de su padre, Raquel Mosquera, o de su pareja, Fidel Albiac, pero sin duda, lo que más ha puesto los pelos de punta ha sido cómo ha profundizado en la relación con sus hijos y como ha explicado la madre que fue el origen del mal, del odio de su hija hacia ella.
El capítulo, además, ha hurgado en un tema muy delicado que hacía sentir incómodos a los espectadores, porque lo que estaban explicando hablaba de niños muy pequeños. Porque el documental mostró diferentes páginas de los diferentes informes psicosociales pedidos por la Audiencia que les hicieron a Rociíto, Antonio David y a los dos hijos en común: "Yo no me opongo a que eso ocurra, pero sí es verdad que para mí fue bastante traumático. Me pareció bastante fuerte y dantesco. Me acuerdo que fui con mi enano en brazos y con mi niña de la mano y cuando llegamos a la Audiencia, para ir a coger el ascensor, por allí pasaban policías con personas detenidas y con esposas. Mi hija estaba asustada, me decía 'mamá, ¿eso qué es? ¿Qué ha pasado?'". ¿Y qué decía el informe? Así definía a hija y padre:
¿Y qué decía el informe? Que la hija, Rocío Flores, podía estar siendo influida negativamente por su padre, "Se ve obligada, de alguna manera, a encubrir o mentir'. Yo nunca le hablo mal a mis hijos de su padre, jamás. Ahí ya estaba empezando la semilla del mal. Ahí ya estaba haciéndole daño a su hija. Es el análisis de una niña de 5 años que está viviendo una situación terrorífica". Carrasco explica que en realidad, su hija, de pequeña, "quería estar conmigo. Ella le dice a la psicóloga que cuando el padre la recoge hay prensa y no le gusta".
Explica también que empezó a percibir cosas extrañas, comportamientos que la pusieron en alerta: "Dormían cada uno en su habitación, con la luz apagada y la puerta cerrada. Porque en mi casa no había motivo para tener terrores nocturnos. Empiezo a notar que después de volver del fin de semana yo me acostaba y la niña salía al pasillo a chillar, a llamarme. Gritaba 'mamá, mamá'". Hasta el punto que una noche, "me pide si puede dormir con su hermano y yo le digo 'vale, pero 15 minutos'. Fui a apagar la luz y me dice 'la luz no, mamá'. Se quedó mirándome y me dijo 'es que papá me ha dicho que cuando tú nos acuestas Fidel y tú os vais de casa y nos dejáis solos'".
Rocío Carrasco lloraba en silencio al oírlo, "me di el lote a llorar más grande porque me parece una crueldad que se le diga eso a un niño. Crueldad supina. El decirle que su madre se va cuando ellos duermen y se quedan solos. Ahí empiezo a notar que todo está cambiando". También explica un episodio durísimo sobre su hijo, siendo este casi un bebé: "Cuando tengo al niño en brazos, lo toco, le doy besos, veo que al tocarlo en el brazo tiene un bulto, un tamaño impresionante. El niño, del dolor, se quedó traspuesto. Le digo a Rocío que qué le pasaba al hermano. Me dice que se ha caído de una litera". La madre alucinó que no lo hubieran llevado al médico: "'Me ha dicho papá que lo llevarías tú cuando lo tuvieras'. Le pregunto cuándo se había caído de la cama, y me dice que el viernes. A mí no me cabía en la cabeza todo eso, que un bebé pudiera estar con el brazo roto por la mitad desde un viernes". Escalofriante.