Una de las familias más trágicas de España es la de la difunta Rocío Jurado. La más grande murió de cáncer de páncreas y tras de sí dejó sólo drama. Su viudo, Ortega Cano, mató a una persona conduciendo borracho y acabó en prisión por homicidio. Su hijo adoptado, José Fernando, ha acabado también condenado y encarcelado después de pasar por una clínica de desintoxicación de cocaína. Su hija biológica Rocío Carrasco, conocida como Rociíto, vive amargada sin ver a sus dos hijos, los que tuvo con el exguardia civil Antonio David Flores. El chico sufre una minusvalía y la chica, Rocío Flores Carrasco, nunca ha querido saber nada de su madre y ahora se sabe por qué.

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El programa Viva la vida de Telecinco ha resuelto la duda que ningún periodista del corazón ha osado hacer público: cómo puede ser que una madre no vea a su hija, la mantenga alejada y ni la nombre. La segunda boda de Rociíto fue una farsa pagada por la revista Hola en que la felicidad de los novios era impostada: ninguno de los dos hijos de la novia fueron invitados. El padre, Antonio David, reveló que su ex no los quiso en su boda. Tan poco perdón, tanta animadversión a dos criaturas que has llevado dentro del vientre. ¿Cómo se explica? Este es el vídeo de Isabel Rábago dando explicaciones:

Hubo un grave enfrentamiento madre-hija que acabó en los juzgados de lo penal. La pequeña Rocío Flores, que ya tiene 22 años, y su madre Rociíto llegaron a las manos. Grita la periodista Isabel Rábago en el plató de Telecinco: "En el auto lo pone, y las sentencias son públicas y la gente ya está hasta las narices que no contemos lo que pasa". Aplausos en plató. Por fin. Alguien que se ha leído la sentencia del choque madre-hija y sabe su contenido: "Hay una condena contra la hija, Rocío Flores, que impide que madre e hija estén juntas". En Derecho Penal eso se llama orden de alejamiento y si un juez condenó a una hija a no acercarse a su madre a menos de una determinada distancia está porque hubo una agresión física de la hija a la madre. Son habas contadas.

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Las 3 rocíos separadas. La nieta en brazos de la abuela y la hija en el coche fúnebre. Rociíto lloraba así desconsolada el día que enterró a su madre, la más grande, la Jurado. Intuía lo que le venía encima.