Rosa López es Rosa De España porque protagonizó el minuto más visto de la TV. Después de ganar OT, la andaluza quedó séptima en Eurovisión y el minuto más visto de aquel Europe's living a celebration tuvo un share sideral: 91,1% y 15,5 millones de teleespectadores un sábado por la noche mirando la misma cadena, TVE. Allí muere Rosa López y se la come Rosa de España, un nombre reservado a las folclóricas históricas como Carmen Sevilla o Lola Flores. López adelgazó, se igualó la dentadura y vendió discos como donuts. Ahora sólo hay sitio para una Rosa: Rosalía. Domingo por la noche Lo de Évole en La Sexta la entrevistó en prime time y quedó lejos de aquel 91%: un triste 6% en Catalunya, 9,1% en España. El morbo de ver un juguete roto.

Rosa venía precedida por las malas noticias económicas: hace 4 años anunció que la discográfica Universal la había despedido. La empresa se había forrado literalmente con sus discos desde que la fichó con 20 años en OT. Llegó a vender medio millón en una semana, según El País. A los 41 años la granadina se tiene que reinventar. El último gran fenómeno de masas que protagonizó fue concursar enTu cara me suena, de la productora que la descubrió, Gestmusic. Pasó sin pena ni gloria, no sabía imitar y no consiguió ganar ante un cantante de nueva hornada no triunfito: Blas Cantó. Las nuevas triunfitas arrasan. Aitana es ahora Aitana de España. Rosa no tiene representante y se anuncia a Évole: "Soy buena, bonita y barata, cobro entre 9.000 y 14.000 euros miedo actuación". Es cara o barata en función de si llena o no. Si tiene una actuación en el mes, vive bien.

Rosa López in concierto, GTRES

No tiene claro si seguirá viviendo de la música: "En el momento en que esta profesión sea un sufrimiento lo tengo clarísimo. No tengo problemas, como si me tengo que poner en vender papas (de churrera despachando patatas fritas). Voy a vender papas igual de bien que si me pongo a cantar". En La Sexta tenía un aire de diva en declive muy televisivo. Vídeo:

Rosa de España se comió a Rosa López y ahora vuelve a ser Rosa y ya. Ahora recomienza sin el apoyo de una multinacional que le cierre giras, contratos y promoción. "Estoy independiente, no tengo una discográfica detrás. Tengo que brillar siempre y decir que económicamente todo está perfecto y no es así" Rosa ya no es David Bisbal, ni siquiera es Bustamante y corre el riesgo de acabar siendo Juan Camus.