Es una de las actrices catalanas más reconocidas. Rosa Maria Sardà ha hecho carrera en Catalunya y en Madrid. La hermana mayor de Xavier Sardà ha dedicado años de su carrera al teatro en Barcelona. También lo hemos visto en películas como "La niña de tus ojos, Todo sobre mi madre" y, más recientemente, "Ocho apellidos catalanes". Con “¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?” ganó un Goya. También recibió la Creu de Sant Jordi en 1994, pero la devolvió en 2017 a la vez que denunciaba el proceso independentista.
En una entrevista durísima en el diario 'El País', Sardà interpreta como nunca el papel de víctima de una violencia que a menudo reivindican algunos medios. "Los días 6 y 7 de septiembre se cometieron delitos. Yo vomité porque me sentí totalmente violentada”. Aunque el 'procés' le revuelve el estómago, la actriz es magnánima y plantea la posibilidad de perdonar los pecados de los presos políticos: "Estoy a favor de que salgan de la cárcel". Bien, parece que se lo repiensa y continúa: “Pero si es un chantaje no, y ahora están chantajeando. Y en cuanto a los exiliados, hay mucha jeta y mucho victimismo. No son víctimas de nada, han elegido su destino”.
El periodista tiene curiosidad por saber por qué la Sardà rechazó la Creu de Sant Jordi. “El que me la entregó es un corrupto. Y porque, si no piensas como ellos, te consideran un mal catalán”. Tampoco quiere que la Generalitat le ponga una esquela cuando muera porque le parecen horrorosas. Y bien, son pocos los que llegan a ver su propia necrológica. Rosa Maria Sardà sí que ha querido recibir, en cambio, la Medalla d'Honor de Barcelona. La actriz no ha sido la única galardonada. Susanna Griso también ha recibido la distinción, con el voto de Ciudadanos.
A Rosa Maria hay jóvenes que tampoco le acaban de convencer: “Cuando veo a jóvenes que dicen ‘¡Fuera los fascistas!, no tienen ni idea de lo que están diciendo. Mi generación y otras hemos aguantado una dictadura franquista y luego la dictadura del señor Pujol”. Cuando acabe la entrevista, la Sardà irá a limpiar las calles de lazos amarillos.
Las respuestas a la actriz no se han hecho esperar. Toni Soler le ha recordado lo que es obvio. La Sardà pide que no se banalicen las dictaduras al mismo tiempo que acusa a Jordi Pujol de dictador. Lógico.
El periodista está interesado en las relaciones personales de Rosa Maria Sardà: "¿Qué opina de que usted produzca repugnancia a Pilar Rahola"?. Más claro que el agua: "Me importa un pedo".
La actriz también ha tenido un recuerdo para Lluís Pasqual y Andrea Ros: "Un grupo de mujeres anónimas dijeron que se tenía que ir, y una actriz joven dijo que la humilló hace cuatro años. Yo la vi actuar y era para echarla del escenario". Los mismos jóvenes que no saben qué significa el fascismo tienen que aguantar que los humillen en el trabajo. Si alguien piensa lo contrario quizás es porque es un poco dictador. “Comentan que a Lluís tiene que sustituirlo una mujer joven, y no se si han dicho que debe ser rubia o morena”. ¿Una mujer presidiendo el Lliure? ¿A quién se le ha ocurrido este tontería? Reflexionemos, por favor.
Por si no habíamos entendido qué piensa sobre Lluís Pasqual, la Sardà deja las cosas claras: “Ha sido una persecución política porque no se ha pronunciado como independentista. Pedirle que haya lazos amarillos en un escenario... ¡Qué incultura!”. Y qué chantaje eso del amarillo, por cierto.
Ha quedado claro, pues. Rosa Maria Sardà se declara republicana y federalista. Y defensora de la misma Constitución que mantiene a Felipe como rey de un país que amenaza de recentralizarse.