La 'nueva vieja' España, que parece haber salido del Valle de los Caidos con la momia del dictador Franco para ir a votar el 10-N a VOX, lleva los 5 dedos de la mano de Rosalía marcados en la cara. La cantante de Sant Esteve Sesrovires se manifestó políticamente por primera vez, y con dos palabras tuvo suficiente para chafarle la guitarra a Santiago Abascal y a su grupo. Ni el hito de 52 diputados en el Congreso puede combatir el 'Fuck VOX' del fenómeno musical y sociológico de nuestros días. El estallido provocado por la colleja de la cantante fue sideral, enervando a "españoles de pro", medios de comunicación y agencias informativas. Y produjo el efecto que ya habíamos visto en otras ocasiones: la transformación milagrosa de "Rosalía, la joya de la música española," en "Rosalía, la catalana."
Ya no es la joven que maravilla al mundo con sus temas, premios y actuaciones. Ya no es aquella que abrió una nueva vía para el flamenco, el gran patrimonio musical español. Han desaparecido términos como "reina", "ovacionada", "grande"... Ahora toca remarcar que es catalana, catalana, catalana. Caca, caca, caca. Es la 'magia' de la extrema derecha, que empieza a influir y mucho. Después hay otros, como el exmarido de Ana Rosa Quintana y director del digital ultra (y ultraimaginativo) Alfonso Rojo, que van más allá: "Charnega agradecida".
Aplaudimos la valentía de Rosalía, que sí, que es catalana. Incluso tiene su caganer. También lo era antes de mandar a VOX y a la ultraderecha a freir espárragos. El hit es de los que hacen historia. Lástima que no llegara un día antes, quizás la noche electoral hubiera tenido otro signo. Gente como la del "hostia, Lucía" se lo hubieran pensado mejor. Pero ha llegado, y punto, qué es lo más importante. Bravo. Que disfruten de la rabieta.