Rosalía, la cantante catalana de los 18.5 millones de seguidores pero que según Telecinco está acabada y olvidada, ha paralizado las redes sociales. Sí, otra vez. Qué raro. Se acerca el lanzamiento de su tercer disco, 'Motomami', y la estrategia de marketing sigue cumpliendo su hoja de ruta y creando una expectación planetaria. Después de ponernos los dientes largos con algunas de las canciones que forman parte de este trabajo tan diferente, ahora era el momento de revelar otro de los secretos mejor guardados: la portada. Un estreno que, como todo lo que hace, ha tenido lugar en el mundo virtual. Más de uno se ha quedado sin aliento al ver a la de Sant Esteve Sesrovires en una imagen gráfica realmente sugerente y atrevida. Es Rosalía al 100%.
El diseño responde a dos elementos principales: el primero, el casco de motocicleta que le acompaña desde hace tiempo en la mayoría de sus publicaciones, y que es una seña de identidad de este 'Motomami'. La única diferencia, sin embargo, es que de la protección ahora nace una melena negra que recuerda a las alas de un ángel. Ahora bien, no sería la clásica representación de estos seres sobrenaturales y relacionados con la bondad; más bien este angelito es más cañero, un ángel negro que va en moto a toda velocidad revolucionando todo a su paso. Y buena parte de la culpa de esta revolución la encontramos por debajo del casco, donde veíamos a Rosalía al natural, sin nada más que su traje de piel de nacimiento. El mensaje parece evidente: soy Rosalia, sin artificios ni edulcorantes. Soy yo. Y lo que encontraréis en el disco es exactamente eso: una artista que desnuda su alma y su creatividad para seguir creciendo, viviendo, creando. Espectacular.
Rosalia cubre su cuerpo estratégicamente con las manos (y las uñas larguísimas), por si las moscas los censores colapsaran o que los críticos la acusaran, como hacen últimamente, de ser una especie de actriz de contenidos para adultos. Aunque pensándolo bien seguro que vuelven a la carga, porque no hay peor ciego que el que no quiere ver más allá. En todo caso, queda bastante claro lo que le importan estas críticas y las campañas de talante puritano: nada de nada. La figura de la artista, eso sí, presenta dos detalles que no han pasado desapercibidos para sus seguidores, que no dejan de comentar la portada en el universo tuitero e instagrammer: hablamos de dos marcas sobre su piel. Una es gruesa y hecha con un bolígrafo sobre la fotografía, y que no hay que explicar demasiado. La otra se encuentra unos centímetros a la derecha, y también esta hecha de tinta, pero de otro tipo: hablamos de un tatuaje que hemos visto en otras ocasiones pero que ahora luce mucho más por razones obvias: un liguero que ha desatado algunas bromas subiditas de tono. Hay una tercera marca, pero más evidente y legible: su firma, su nombre, el que conocen en cada rincón del planeta aunque le pese a algunos: Rosalía.
Anécdotas al margen, la reacción de los internautas ante la portada ha estado a la altura de su impacto mediático. Las respuestas a la catalana se amontonan y es casi imposible recogerlas todas. Ahora bien, el común denominador es la ovación, el aplauso, el elogio. La imagen de 'Motomami' no ha decepcionado, como tampoco los adelantos de los singles que compondrán este trabajo, el más experimental de su carrera, pero sin olvidar el baile, el desenfreno y la esencia de su música.
Hay gustos de todo tipo, pero Rosalía nos envía un mensaje: al que no le guste, que se ponga pomada. A ella con sus manitas, un casco y un bolígrafo ya le sobra. 'Motomami' da gas a fondo.