Madrid ha celebrado el 2 de mayo, y lo ha hecho bajo la intoxicación que produce la campaña electoral del 4-M. Imposible abstraerse de las batallas entre partidos y candidatos, del alboroto por los mensajes racistas y de apología del fascismo, de los mítines ridículos de personalidades del PP. Pero la capital de España y sus gobernantes siempre sorprenden: especialmente Isabel Díaz Ayuso y todo lo que le rodea. La presidenta en funciones, que aspira a conseguir la mayoría absoluta en la Asamblea, ha convertido uno de los actos oficiales de esta fecha en un espectáculo de autobombo insólito. Bien, no ha sido cosa sólo de Ayuso, si no del destinatario de la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo, el músico y compositor Nacho Cano. El ex de Mecano ha dejado a todo el mundo boquiabierto con lo que ha hecho al recibir la banda y la medalla en reconocimiento a su aportación cultural: un discurso adulador más propio de un fan enloquecido, y un gesto absolutamente inédito.
Cano a Ayuso: "Mis amigos me llamaban, oye, Nacho, ¿qué pasa? Madrid es un milagro, están abiertos los teatros. ¿Cuál es el nombre de ese milagro? Pues ese milagro tiene piernas y cabeza y corazón.Y me emociono...", decía el músico, señalando a la indescriptible (o sí) presidenta de la Comunidad. Su palique continuaba: "gente que vota a Podemos, que vota a VOX, que votaa todos los "laos" (sic), me han dicho si ve a la presidenta, dos palabras: gracias y valiente". Era la frase antes del momento culminante: el músico se ha quitado la banda y la ha colocado en el cuerpo de Ayuso, encantada de la vida y llorando, claro. "La medalla, este año, por haber mantenido los teatros abiertos, por ser tan valiente y por ser tan buena presidenta, te la mereces tú". Este es el vídeo. Y algunas de las reacciones de un momento no apto para diabéticos de derechas. Una demoledora, la de Gabriel Rufián.
Madrid no tiene remedio. O mejor dicho, sí que lo tiene, pero necesita un milagro, y no precisamente el de Ayuso. Por cierto: que lástima lo que queda de la movida madrileña. De ultraprogres a besar el suelo que pisa la derecha más rancia.