El ser humano es un animal de costumbres. A todo nos habituamos, por muy dura o chocante que sea la realidad. Y la pandemia del coronavirus, que ha puesto patas arriba nuestro mundo y nuestra vida, convirtiéndola en una tragedia para miles de familias, es un doloroso exponente. Ahora que se habla de "nueva normalidad", "desescalada" y "desconfinamiento", y que tenemos prisa por recuperar el ritmo y las rutinas previas a la enfermedad, a menudo olvidamos que el peligro no ha pasado. Ni mucho menos. La Covid-19 sigue activa y mortal, por mucho que las cifras de contagios, hospitalizaciones y muertes hayan disminuido.
Vivimos una etapa en la que celebramos que, por ejemplo, Catalunya "sólo" sume los fallecidos de cien en cien. Sí, hace unas semanas el drama era mucho peor. Pero el goteo es aterrador. 100 muertos ayer, 100 hoy, 100 mañana... Contamos los muertos cpmo quien cuenta pájaros en el cielo, avellanas en un cesto o coches por la autopista. Una ligereza escalofriante, y que tendríamos que mirar desde otra óptica, siendo cuidadosos con lo que significa. Un ejercicio que ha realizado el economista Xavier Sala-i-Martin, comparándolos con uno de los momentos más trágicos de nuestra historia reciente: los atentados del 17-A en Barcelona y Cambrils: "nos hemos acostumbrado a la muerte hasta el punto que hoy estamos contentos porque en Catalunya sólo han muerto 100 personas. Perspectiva: el atentado de las Ramblas produjo dieciséis víctimas."
Como somos los humanos que, después de tantos días de tener centenares de muertos|muertes diariamente, nos hemos acostumbrado a la muerte hasta el punto que hoy estamos contentos porque en Catalunya "sólo" han muerto 100 personas. Perspectiva: el atentado de las Ramblas hizo dieciséis víctimas.
— Xavier Sala-i-Martin (@XSalaimartin) 30 de abril de 2020
A mí me preocupa que se hable de desconfinamiento cuando todavía hay gente que muere de Covid 19
— SANDRA Gubh (@Sandragubh) 30 de abril de 2020
Se rompe la empatía racional humana con la aceptación lejana de las desgracias ajenas. No molesta ni se sufre lo que no nos afecta de cerca. El que muere es un humano alternativo a nosotros mismos en estas circunstancias. Una deshumanización programada mediaticamente. Imsolidario
— Liberto Palau Serven (@LibertoPalauSer) 1 de mayo de 2020
Y eso es para los que no hemos perdido a nadie por "resfriado flojito" que nos dijeron que venía de China...
— El tal Toni ����#JoActuo #LlibertatPresosPolitics (@terratremol66) 30 de abril de 2020
¿Cómo lo justificamos a quién dejó un familiar al hospital y no lo han vuelto a ver vivo?
¡Cada muerto|muerte tiene nombres y una familia y nos hemos "acostumbrado" a hablar como si fueran litros d lluvia ��������♀️ respeto!
— Josepa Carreras (@JosepaCarreras) 30 de abril de 2020
Pues yo no mí acostumare nunca, ha habido un muerto y tres enfermos muy graves a mi familia y cuando veo el número de muertos|muertes pienso en la gente que los ama|estima
— Magda (@Magda72958393) 30 de abril de 2020
Es como si cada día se estrellara un avión de pasajeros y no nos alarma saber que mañana volverá a pasar.
— Àlex de Porrata-Doria (@alexdp_doria) 30 de abril de 2020
Una reflexión muy dura, terrible, pero urgente y necesaria. Tengamos respeto por la muerte, cuidémonos todos juntos. Desgraciadamente, el coronavirus está muy vivo. Y todos somos víctimas potenciales.