Jorge Javier la ha liado. Sálvame está temblando desde que el presentador se sometiera el sábado a un polígrafo que ha traído cola. Sin pelos en la lengua y cansado de la actitud de las colaboradoras, no dudó en tacharlas en directo de "brujas amargadas". Eso no gustó nada a Belén Esteban, quien siempre ha destacado como su amiga del alma. Y este miércoles, cuando se han reunido todos en plató, se ha evidenciado que el grupo está completamente roto.
Todo empezaba al dar un repaso del programa del fin de semana, volviendo a repetir el catalán las duras palabras que dijo el sábado: "Que os dijera brujas y amargadas no quiere decir que lo seáis, no lo pienso, pero en aquel momento era la imagen que estaban dando. Estabais las cuatro como personas derrotadas porque alguien (María Lapiedra) había salido victoriosa. No lo entendí". "Aquí tenemos un problema todos y no lo solucionaremos. Hace demasiados años que trabajamos juntos y hemos perdido la capacidad de preguntarnos cosas y de hacer autocrítica. Pasa como cuando han pasado 10 años de matrimonio", añadió.
Belén Esteban no estaba nada contenta, pero no quiso volver a discutir: "Yo ya le dije el sábado todo lo que tenía que decir y no quiero entrar en más detalles". Pero Jorge Javier quería más sangre: "Perdona que me ría, pero yo pensaba que todo estaba solucionado. Te conozco desde hace 20 años. ¿Te piensas que no sé que te pasa algo? Yo entiendo que si estás molesta, me llames el lunes y me preguntes qué ha pasado. Pero estamos a miércoles".
Ante este reproche, Belén estallaba pero en modo conciliador: "Yo a ti te tengo mucho respeto, aunque haya muchos presentadores a ti te quiero. Lo único que tengo claro es que cuando venga la señora Lapiedra yo saldré de plató porque no quiero discutir y menos contigo. No vale la pena. Pero no entiendo que rías. Me está sangrando la lengua pero no me escucharás. Ya sabemos cómo eres, todo espectáculo".
María Patiño y Jorge protagonizaron una de las discusiones más bestias, con lo que ella se ha mostrado como la más afectada: "Yo intenté buscar qué había provocado en ti estas palabras. Hice examen de conciencia. Estoy en parte de acuerdo porque creo que estaba rabiosa, impotente y sin argumentos. Por eso lloré. No supe defender lo que tenía que defender. Tenemos que tener una conversación".
La tensión es evidente y los ánimos no pueden estar más encendidos. Muchas veces parece claro que todos se odian, convirtiéndose el plató en un campo de batalla. ¿Es esta situación insostenible? ¿Vale todo por la audiencia? ¿Siguen un guion o se les ha ido de las manos?