La vida con Samanta va perdiendo comba entre la audiencia semana tras semana. El último programa, dedicado al deseo, obtuvo unos datos realmente pobres. Sólo un 3% de los espectadores catalanes acompañaron Samanta Villar (un 4,4% en el resto del estado) en un capítulo que deja para el recuerdo el testimonio de Erika, una mujer muy enamoradiza. Pero su amor es muy particular: Ella no desea hombres ni mujeres. Erika ama objetos. Y nos presentó a unas cuantas de sus parejas, como un monopatín, un arco o el más llamativo: una grúa.
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Yo me enamore de esta batidora, estuvimos 3 años y medio en una relación fogosa, apasionante y feliz hasta que se me enredó la lengua. @VidaConSamanta @samantavillar #DeseoSamanta pic.twitter.com/AaOnBAJjJZ
— El Rey Juan Carlos (@SMJjjjjjjjj) 9 de abril de 2019
Este caso me ha parecido un poco de psicólogo.
— Azul ���� (@AZUL78237741) 9 de abril de 2019
Calypso!! Un, dos, tres, ta buena!!!! "Objetum sexual" en serio? Y mi madre se ralló porque me enamoré de una mujer!!! Jajajajaj
— mire.leyre (@MireAddictPotis) 9 de abril de 2019
El programa nos enseñaba cómo Samanta recibía a la mujer en el aeropuerto de Barcelona, con el objetivo de acompañarla a la Sagrada Familia. Pero no para hacer turismo. La verdadera intención era la de conocer a "la hermana" de la grúa de la Torre Eiffel, en París, de la cual se enamoró y que es idéntica a una de las que se utilizan en el templo barcelonés. Las lágrimas de Erika Labrie (que también confiesa que se casó con la monumental torre parisina) resultaron, cuando menos, turbadoras. Una evidencia de su estado psicológico, diagnosticada con un desorden de estrés postraumático derivado de los abusos sexuales sufridos durante su infancia.
Clica en la fotografía para ver al testimonio:
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Desde que pisa suelo catalán, Samanta se apresura en curiosear sobre las parejas de Erika, ex soldado profesional en los Estados Unidos y campeona mundial de tiro con arco. Este último título es consecuencia de su matrimonio con el mencionado arco, al que llamaba Lance y con quien, explicaba, se enredó a raíz de una relación con un hombre que practicaba este deporte. La cosa se fue complicando y Erika prefirió el arco al hombre, que sufrió un "ataque de celos" monumental.
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El testimonio de parafilias de la protagonista no se acababa allí, ya que nos presentó a su monopatín, su última pareja. De hecho, el programa nos metió en la cama con ambos, mientras la mujer acariciaba el objeto y aseguraba que sus relaciones sexuales consisten únicamente en tocarse y sentirse cerca. "No me masturbo nunca, me doy repelús".
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Demasiada información para la audiencia, que al parecer huyó de la enrevesada relación, i por ende, del programa.