La vida de Samantha Gilabert en Operación Triunfo no está siendo nada sencilla. La joven de Alicante sufrió de lo lindo después de la valoración negativa de Portu, un miembro del jurado del talent show que la nominó porque, según explicaba, le falta "garra, intensidad y cantar mejor". Palabras muy duras y desafortunadas, que provocaron una tormenta contra su autor, que tuvo que rectificar públicamente. Samantha se esfuerza como la que más, teniendo que superar su discapacidad auditiva, y entusiasma al público con su voz. Un entusiasmo que incluso supera campañas políticas contra ella: es una pecadora, según medios españolistas, por tener ideas políticas nada apreciadas en España, y han hurgado en su pasado para ponerle la cruz de 'indepe' y pancatalanista. Afortunadamente, la cruzada no le ha llegado, ahorrándose una montaña de porquería que nada tiene que ver con su calidad artística. Pero la joven tiene más tribulaciones en Terrassa. Estas, mucho más personales, íntimas, amorosas. Parece que Samantha se ha enamorado y no la corresponden.
Gilabert se ha enganchado con Flavio, el murciano doble de Àngel Llàcer, que ha pasado del romance a la indiferencia en pocas semanas. Más que indiferencia, parece que el chico tiene varios frentes abiertos, y ha aparcado el idilio con la protagonista de esta historia. Para más inri, los dos cantarán juntos en la gala del domingo. Pasan muchas horas de ensayos, codo con codo. Y la respuesta de Flavio no está siendo la esperada por Samantha, que se ha vaciado con sus compañeros de aventura musical y televisiva. No entiende qué le pasa por la cabeza, y está triste. Incluso ha llorado, expresando su desazón con una frase lapidaria: "No me abraces y me huelas cada mañana que vienes a mi cama". Imposible no empatizar con ella, que demuestra tener el corazón a mil por hora cuando comparte un instante con Flavio. "Y volverás. Y yo estaré".
La red y sus compañeros le aconsejan que pase de él, que no la merece. "Pues no estés", le recomiendan. Es fácil decirlo, pero complicado de ejecutar. Esperamos que pueda superar pronto el desengaño, y que siga deslumbrando encima del escenario. Se lo merece.