El unionismo ha encontrado un nuevo motivo para quemar a Samantha Gilabert, la concursante 'indepe' de Operación Triunfo, en la hoguera. Un vídeo de la concursante de Alicante haciendo bromas con sus compañeros en la Academia después de haber recibido la llamada de su familia les tiene encendidos e hiperventilando. El programa realizó una ronda de contactos telefónicos con sus seres queridos, un momento íntimo y emotivo que, por indicación expresa, se tiene que hacer en castellano. Normal... o no. Porque el catalán es cooficial en el estado español, por si alguien lo ha olvidado, aparte de que profesores como Noemí Galera o Manu Guix hacen numerosos comentarios en catalán durante el día a día televisado. De hecho, Samantha se estrenó en 'OT' cantando Llach en su lengua. Vaya, que si alguien en Madrid, Murcia o Ceuta tiene problemas de comprensión, pueden poner subtítulos y punto, ahorrándonos dramas absurdos. No fue así, y un comentario jocoso de la aspirante del talent show ha hecho estallar cerebros monolingües.
La joven, sorprendida al oír las voces de su familia, no pudo contener las lágrimas. Sorpresa por partida doble, ya que aquellas voces cotidianas se expresaban de forma distinta a cómo lo hacen en casa: en castellano. Pero los llantos no tenían nada que ver con el idioma, sino con los sentimientos. Pobre Samantha, no gana para disgustos. Entre el jurado y el desamor, la tienen hecha caldo. Por suerte se mantiene aislada de la cruzada unionista, que se ha intensificado al con esta frase: "Y claro, encima en español. En la vida había hablado yo con mis padres en ese idioma del demonio". Un chiste que revela una gran verdad que parece obvia, pero causa escozor: los catalanohablantes hablan catalán en su casa, y se sorprenden cuando lo hacen en otra lengua. Los compañeros de la concursante estallaban en carcajadas. Ellos lo cogieron al vuelo. Mientras tanto, en el imperio, el estallido era de furia. "Son independentistas, fuera Samantha, escoria...". Por suerte, también hay tuiteros que le quitan hierro.
Entre Miquel Montoro y Samantha, los frenopáticos españoles no darán abasto. Ains.