Se acaban los adjetivos para describir a Rafa Nadal y las proezas que consigue cada día que pasa. Recién cumplidos los 36 años el pasado viernes, el tenista de Manacor ha vuelto a dejar todo el mundo boquiabierto consiguiendo un nuevo título en el zurrón aunque este año no era de los favoritos. Después de verlo salir del torneo de Roma medio cojo, nadie avistaba que el mallorquín pudiera volver a levantar el título en la Phillipe Chatrier de París. Pero Nadal es mucho Nadal. Es un extraterrestre, no es de este mundo. Y no se sabe cómo, pero ha vuelto a levantar la copa en Roland Garros, gesto que ya ha hecho 14 veces. Una barbaridad. Una gesta descomunal. Un milagro. Después de ganar a Djokovic en los cuartos, en uno de los mejores partidos que ha jugado en su historia, Nadal se deshizo en semis de Zverev por una inoportuna y triste lesión del alemán, y en la final, con la presencia del rey Felipe, sencillamente no tuvo rival: repaso incontestable ante el noruego Casper Rudd por 6-3, 6-3 y 6-0. Y 22.º Grand Slam que se lleva.

Rafa Nadal, campeón en Roland Garros (y van 14 veces) / GTRES

Nadal ha levantado esta mañana la conocida como la Copa de los Mosqueteros. Uno para todos y todos para uno. En este caso, todos es todo el mundo, también el mediático, especialmente el español. Esta mañana han analizado el nuevo milagro del tenista en El món a RAC1, hoy, festivo, con Joan Lluís Garcia en lugar de Jordi Basté, y con los tertulianos habituales de los lunes en clave deportiva: Joanjo Pallàs, Miguel Rico y Santi Segurola. Han empezado como todo el mundo, con la sensación de que se agotan los calificativos para describir a este animal del deporte, y después han recordado los años que hace que Nadal ganó el primer título en la arena de París y qué cosas todavía no habían pasado, especialmente en materia deportiva, haciéndose eco de la portada de hoy del diario Marca:

 

Evidentemente, nos sumamos a las felicitaciones a Nadal, sólo faltaría. Ejemplo absoluto de talento, constancia y fuerza mental, trascendiendo su deporte para pasar a ser un icono del deporte en general. Pero una de las reflexiones más interesantes la ha apuntado el periodista Santi Segurola. Hace unos días ya habló claro después de ver la grada de la Caja Mágica de Madrid en la victoria de Carlitos Alcaraz. Un público, un estilo de público, que le hizo remover por dentro: "Jordi, solo una cosa... el ambientito que había ayer en la Caja Mágica, ¿eh? Madre mía... Parecía... todos estiraditos. En mi opinión, bastante paleto. Parecía que habían aterrizado en helicóptero. Me dá una cosa cuando un deporte se hace tan clasista, pero además, de una forma tan poco natural...".

La infanta Elena o el alcalde de Madrid, en el Madrid Mutua Open / Efe

Segurola, harto de señoritos en el tenis... y no sólo de eso. También de estas demostraciones i exaltaciones patrióticas de españolidad posteriores al triunfo de Nadal, precisamente, aprovechándolo. El periodista observa que "El mérito de Nadal es extraordinario, pero me abruma esa especie de soflama nacionalista que hay alrededor de Nadal. Ayer escuchando los comentarios me daba la sensación de que España ha podido cambiar mucho del 2005 al 2022, pero esa especie de complejo, de 'tenemos un gran deportista y los demás nosequé, esto es España, el deporte español, noséque, nosecuantos'.... El deporte español ha sido lo suficientemente bueno durante los últimos 30 años desde los Juegos de Barcelona como para no estar dependiendo de un gran jugador. Que bastante carga tiene con llevar la suya".

Rafa Nadal en Roland Garros, mientras lo ven el rey Felipe o el ministro Iceta / @CasaReal

Segurola sigue: "A veces encuentro adherencias muy poco saludables con respecto a la figura de Rafa Nadal. Él es discreto, tendrá las opiniones que tenga, como tiene todo el derecho a tenerlas, pero sí que veo que hay una legión de oportunistas que aprovechan que Nadal pasa por Valladolid (como aquella frase que se dice sobre el Pisuerga) y me parece que se exceden en algún tratamiento. Creo que la panorámica del deporte español, en general, es suficientemente consistente como para no estar absolutamente agarrado a esa narrativa del 'Nadal nos protege, Nadal nos quiere, nosotros queremos a Nadal, Nadal es España, Nadal es nosequé'". Se le ha entendido todo. Y para poner la guinda, dice: "Podemos estar muy orgullosos de este gran jugador, pero me parece que muchas adherencias son más que oportunistas". Sensacional.