Marc Giró y Santi Villas forman una pareja increíble, lo mires como lo mires. Destacan y mucho en su ámbito profesional, pero también en su vida privada: en las distancias cortas brillan. Podrían ser uno de los matrimonios más mediáticos de Catalunya, pero este rol no va con ellos. Siempre enamorados y muy discretos, hasta que se encuentran entre amigos y pasa lo que pasa: arrasan, como en la tele, la radio o lo que se les ponga delante. Uno, presentando el 'Vostè primer' de RAC1 o haciendo de las suyas en el 'Està Passant'. El otro, después de haber dado muchas vueltas en la vida, es un habitual del 'Planta Baixa' de TV3 y lo llaman a menudo de Telecinco, Cuatro y La Sexta.
Son, por lo tanto, dos rostros muy conocidos por el público. La gran mayoría sabría identificarlos y, a lo que vamos, describirlos con precisión. Sus looks son muy característicos, y cualquier alteración en su aspecto exterior llamaría la atención. Por ejemplo: imaginen que Marc se tiñiera su pelo rubio, se dejara bigote o tuviera un piercing en la nariz. O que Santi dejara sus clásicas gafas, luciera una cabellera larguísima o se tatuara una oreja. Ninguna de estas variantes, tranquilos, son las que nos ocupan. Ahora bien, Villas sí que ha hecho un cambio sustancial de imagen.
Santi y Marc siempre han compartido un detalle que afectaba a su apariencia. Podrían haber sido reclamo comercial de máquinas de afeitar, sin duda. Su cara nunca ha sucumbido a las modas (o perezas) de barbas de tres, ocho o sesenta días, como hemos vivido en los últimos años. No, ellos siempre se han mantenido firmes y fieles al rasurado facial, con la faz bien limpia. Hasta este mes de diciembre, en el que ya podemos decir que sí, que es oficial. Santi ya no es lo que era. Ahora tiene barba y bigote, tan bien cuidadas como prominentes. No es flor de un día, ni de unas semanas de distracción frente al espejo. Es un hecho.
El hermano de Thais Villas ahora luce esta imagen, que lo hace una pizca "mayor", más corpulento, pero también más interesante. Supoenmos que el bueno de Santi nos permitirá la broma, pero con el jersey que llevaba y las fechas que marca el calendario, la estampa tenía aroma a Navidad. Si te dicen que tiene un saco de regalos escondido bajo la butaca del programa de TV3, te lo crees. Pensándolo bien, sí que lo tiene: el regalo es escucharle. Siempre aporta, ya sea opinión o espectáculo. Lo domina todo.
Con barba, cresta o calvo como una cerilla, tanto da: Santi conecta con el público.