Sarah Jerssica Parker es un icono de cierta feminidad, del glamour urbanita, de la moda carísima, de la mujer soltera sin hijos que aspira a tener marido e hijos. La serie Sex and the city que en España se llamó Sexo en Nueva York arrasó en determinados targets, mujeres jóvenes y modernas, público homosexual y wannabes, aspiracionales. Hoy la secuela ha sido un fracaso quizás porque la serie original estaba idealizada y era mala, un placer culpable. Aquella joven actriz ahora ya tiene 57 años y ha salido a la calle con chándal y sin teñir. Mucho más natural pero irreconocible sin el glamour artificial de la serie.
El pelo blanco es natural en una mujer madura, pero el ojo estaba acostumbrado a verla con Manolo Blanicks y no con bambas, con vestidos de Chanel y no una sudadera, y con la larga cabellera ensortijada y rubia, no con este blanco canoso recogido con un moño. Pasea por los Hamptons sin engalanar ni maquillar ni peinar ni teñir. Con unas gafas de sol tamaño XXL para pasar desapercibida, excepto para los buenos paparazzis que la pillan. La vida no es una serie. Da impresión por|para el paso del tiempo. Pero se agradece que no imposte un glamour que sólo es de ficción. La gente también sale a la calle sin teñir y con chándal.
El diario El País, siempre formal, ha entrado en la polémica y ha conseguido centrar el tema: "Con esa nueva imagen se pudo ver este verano a Sarah Jessica Parker, en unas fotografías que propiciaron comentarios negativos sobre su aspecto y que ella ha calificado ahora en una entrevista en Vogue de misóginos. “Estoy sentada con Andy Cohen, y él tiene una cabeza llena de canas y es exquisito. ¿Por qué está bien para él? ¡No sé qué decirles!”.
El pelo blanco es elegante siempre. Lo menos elegante en un hombre o en una mujer es no saber adaptarse al paso del tiempo y sufrir de jovenofilia, u obsesión por parecer joven (tipo Letizia). Entre la pánfila de la serie y esta mujer madura e interesante, siempre mejor esta nueva Sarah Jessica Parker.