Sergio Ramos es un ídolo del madridismo. Es el capi, el mito. Florentino Pérez le enseñó la puerta de salida del Bernabéu, pero si la decisión hubiera estado en manos de la afición el de Camas nunca hubiera vestido los colores del PSG. Le ha costado bastante adaptarse a Francia y a su nuevo equipo de estrellas, pero lo ha conseguido. Ahora es un líder de un vestuario en pleno proceso de descomposición. Se han cambiado los papeles y da la impresión que Sergio, al que muchos situaban fuera del club la próxima temporada, podría renovar y alargar su aventura. Es un premio a la constancia, al esfuerzo, a la paciencia. El problema es que, con tanta concentración, el marido de Pilar Rubio ha dejado de lado su vida anterior. Y eso duele en Madrid.

Fuera del campo de fútbol Ramos tiene hobbies particulares. Las obras de arte, por ejemplo. Sí, la broma es fácil: siempre va hecho un cuadro. Normal que sienta atracción por la pintura. Sergio tiene un pequeño artista en su interior, se expresa con colores y texturas mejor que con palabras. Le encanta visitar museos y en París se puede poner las botas. Ha aprovechado el lunes para ir a la Fondation Louis Vuitton, donde hay una exposición de Jean Michael Basquiat y Andy Warhol. Lo hacía en compañía de su señora y de un excolega futbolístico en el Madrid y el propio PSG, el portero Keylor Navas. Una jornada muy edificante, tranquila, divertida. Y con final infeliz, por otra parte.

Sergio Ramos con Pilar Rubio, tarde en el museo / Instagram

Ramos va a un museo con Pilar Rubio y se olvida de hablar de Vinícius, pollo gordo

Seguro que ningún miembro de la expedición museística se imaginaba la tormenta que las fotos y vídeos del exjugador merengue provocaría en todos los lugares del planeta donde hay seguidores del Real Madrid. Un universo que vive alborotado por Vinícius Jr. Los insultos al delantero brasileño en el campo del Valencia, algunos de ellos racistas, han provocado un fenómeno curioso: España acaba de descubrir la xenofobia en el fútbol. Ni Iñaki Williams, ni Diakhaby, ni Dembèlè, ni aquel portero del Rayo que se llamaba Wilfred, ni Amunike... nadie ha sufrido esta lacra antes que la superestrella madridista, un jugador impresionante a la vez que un provocador de primera. Provocaciones que no justifican ataques por el color de la piel, claro que no, pero ver el enorme pollo que se está formando por los gritos de energúmenos que han existido toda la vida en Valencia, en Madrid, en Barcelona o en Sevilla, pues da que pensar. O no, la cosa es bien simple: hablamos del Madrid. Cuestión de Estado, de la Fiscalía, de los medios más poderosos e influyentes.

Vinícius en el Valencia - Real Madrid / Europa Press

Ataques sin piedad contra el capi blanco, "ridículo, cómplice del racismo"

Pues bien, Sergio ha cometido un pecado venial y no ha hecho ninguna publicación ni manifestación pública sobre Vinícius. El madridismo está indignado, el incendio es colosal y lo están poniendo a parir: "Ridículo Men pa' lo que has quedado. Qué desastre", "your silence about Vini scandal is very strange", "menudo capitán, serás el único que no rechaza lo que le ha pasado a Vini, ex compañero tuyo y habiendo sido su capitán", "silencio en tiempos de injusticia es complicidad con el racismo", "weren't you his friend and colleague in Real Madrid?", "una decepción que no hayas publicado nada sobre el racismo", "you don't fight for a brother anymore".

Del amor al odio hay una línea muy finita. Y Sergio la ha cruzado... por pasarse un día en el museo.