Shakira es un fantasma barcelonés. Tan sólo hace dos semanas que se largó para siempre, pero se esfuerza tanto en enterrar el pasado que se diría que nunca ha pisado Catalunya. Ha cerrado un capítulo de 12 años de forma violenta y decidida, con un portazo descomunal, dejando la mansión de Esplugues con telarañas. Y lo más importante: con un sentimiento de rencor que no puede esconder. Las fotos y el mensaje que ponía fin a la etapa eran tristes, feas, sin ninguna emoción positiva. Todo aquello que le recuerde a Gerard Piqué es tabú. Todo, evidentemente, menos Milan y Sasha, los hijos de 10 y 8 años que se han mudado a EE.UU en pleno curso escolar para empezar una nueva vida lejos del padre, de los abuelos, de los amigos de la escuela y de los hábitos adquiridos durante tantos años.
Barcelona le puede traer malos recuerdos a la cantante, de acuerdo. Ha sufrido, ha llorado, se ha sentido traicionada. Nada que decir. Ahora bien, nunca le ha faltado el respeto, el afecto, la admiración de la mayoría de los catalanes. Quizás cuando pase algo de tiempo todo se arregla, pero de momento el objetivo queda muy lejos. Es el tiempo de la negación, del rechazo. Una postura que queda demostrada a través de los detalles de dos imágenes compartidas por uno de sus clubs de fans: fotografías robadas durante un partido de baloncesto de la NBA en Miami. Se disputan los play-off de la mejor liga del mundo y ellos son grandes aficionados de este deporte. De hecho, cuando Piqué formaba parte del clan, los acompañaba. Ahora no, ahora el plan es solo para tres.
Fans de Shakira pasan de la cantante y publican fotos de la colombiana con los niños en Miami
Tiene cierta gracia que el usuario que comparte las instantáneas obtenidas en un recinto deportivo provengan de un seguidor a ultranza de la cantante. Sí, porque hace una semana Shak emitía un comunicado exigiendo respeto por la intimidad familiar, no quería que los paparazzis ni los fisgones expusieran a Milan y Sasha en público. Pues mira por dónde que ni sus soldados le hacen ni caso y cuelgan alegremente el material a la vista de todo el mundo. Fuego amigo. Resulta, además, que la escena no deja bien a Shakira. Especialmente porque la dieta mediterránea, emblema de la alimentación sana y que en Barcelona podía seguir sin problemas y con gran calidad, ahora se ha sustituto para comida basura. Fast food a punta pala. Cubos con palomitas, pollo rebozado, patatas fritas, hot-dogs, refrescos. Todo súper saludable, claro que sí.
Fast food a punta pala, la nueva realidad de Shakira, Milan y Sasha
La imagen más paradigmática tiene a la artista como centro de atención, mientras intenta zamparse un frankfurt en un palco del pabellón de los Miami Heat. Que sí, que su nueva vida comporta cambios, pero abrazar desde el primer minuto el peor del american way of life tiene delito. No pedimos que los niños coman guisantes de lágrima con butifarra negra, ni escalivada ni un paella del seenyoret en pleno partido, pero tampoco este festival calórico tan adictivo y de consecuencias bien conocidas. Ella sabrá. Nosotros, cuando menos, no nos cambiamos por ella. La buena mesa es sagrada.
La paz emocional podría convertirse en un infierno en la báscula.