En un mundo donde las tendencias van y vienen con la velocidad de un clic, es sorprendente encontrar que una antigua forma de arte japonés está experimentando un renacimiento en pleno siglo XXI. El Shibari, una técnica de ataduras que fusiona estética, sensualidad y habilidad técnica, ha experimentado un resurgimiento notable en España desde que Shakira protagonizó un videoclip audaz y cautivador el año pasado. Esta práctica ancestral, que involucra la inmovilización artística de una persona mediante cuerdas, ha atraído la atención de personas de todas las edades y procedencias, emergiendo como una tendencia creciente tanto en Barcelona como en Madrid.
El fenómeno comenzó cuando Pauline Massimo, una talentosa profesora y artista del shibari, recibió una invitación única por parte del director de cine Jaume de Laiguana. La propuesta consistía en utilizar sus habilidades para suspender de forma segura a la mundialmente famosa Shakira en el aire, utilizando cuerdas y una cola de sirena. El resultado fue un espectáculo visual impresionante que se plasmó en el videoclip de "Copa vacía", colaboración entre Shakira y Manuel Turizo.
La exposición de Shakira al shibari en este contexto no solo aumentó el interés en esta forma de arte, sino que también generó un aumento significativo en la popularidad de la práctica en las redes sociales. Sin embargo, los expertos advierten que el shibari es una disciplina compleja que debe ser practicada con cuidado y supervisión adecuada, ya que involucra elementos de riesgo, especialmente cuando se realizan elevaciones desde el suelo.
El renacimiento del Shibari: más que un juego erótico
Aunque el Shibari tiene sus raíces en el Japón ancestral, su evolución ha sido marcada por influencias culturales diversas. Desde su asociación inicial con prácticas eróticas y BDSM hasta su resurgimiento como una forma de expresión artística y espiritual, el Shibari ha recorrido un largo camino. Hoy en día, se considera no solo como una forma de entretenimiento sexual, sino también como una experiencia profundamente personal y transformadora. Y es que, para muchos practicantes, el Shibari va más allá de simples ataduras físicas; es un viaje hacia la autoexploración y la conexión emocional. En un mundo donde la desconexión parece ser la norma, este estilo japonés de bondage ofrece un espacio para la intimidad y la presencia plena. Cada nudo, cada movimiento, requiere atención y cuidado, lo que obliga a los participantes a estar completamente presentes en el momento.
Educación y seguridad: una necesidad imperiosa
Con el creciente interés en el Shibari, surge la necesidad de una educación adecuada y un enfoque seguro. Aunque es tentador dejarse llevar por la emoción del momento, es crucial respetar los principios fundamentales de esta práctica ancestral. Bajo la guía de un instructor cualificado, el Shibari puede convertirse en una experiencia liberadora y enriquecedora. Por esta razón, en Madrid y Barcelona han surgido numerosos estudios y escuelas de Shibari para satisfacer la demanda creciente de aquellos que desean aprender esta técnica milenaria. Al final del día, el renacimiento del Shibari, impulsado por la influencia de Shakira, nos recuerda la atemporalidad del arte y la importancia de explorar nuevas formas de conexión humana. En un mundo dominado por la tecnología y la velocidad, el Shibari nos invita a desacelerar, a apreciar la belleza de lo simple y a redescubrir el poder de la intimidad auténtica.