Mar mío, cómo está "el centro" constitucionalista en Catalunya. Ciudadanos ha cogido impulso y va directo al precipicio, ahora con nuevos ocupantes en su vehículo destartalado: Anna Grau. Carlos Carrizosa tiene nueva número 2, después de haber sacrificado a la irrelevante Lorena Roldán, fichaje tan galáctico como absurdo del PP catalán. Es el dream-team naranja para las elecciones de febrero, aunque en vez de dulces sueños lo que sufrirán es una pesadilla angustiante. No es de extrañar: los escombros del partido los forman gente como Sonia Sierra, catalanófoba cinco estrellas, que hace de portavoz en el Parlament. Sierra es mezquina, obsesiva y ridícula, características que en la formación cotizan al alza. Pero cuando más suba, más dura será la caída. Y se lo tendrá mucho más que merecido.
La última excrecencia de Sierra ha sido una especie de juego de patio de colegio con el que ha intentado divertir a su parroquia. El escenario, lo que estaba pasando en el Capitolio de los EE.UU., que acabó con un asalto, muertos y un intento de golpe de estado por parte de neonazis pro-Trump. Los conoce bien, Sierra, asidua a las manis fachas de Barcelona. Pero claro, como que no hay peor ciego que el que no quiere ver, donde cualquier ser vivo observa radicales de extrema derecha, ella sólo encuentra ciudadanos de bien. Y allí donde la mayoría ve demócratas, ella encuentra a peligrosos delincuentes. Su tuit es infecto y asqueroso: "parecidos razonables", escribía, comparando a los asaltantes americanos con Jordi Sànchez y Jordi Cuixart. Abominable. La paliza que está recibiendo en Twitter es de las que no se olvidan: "estás enferma".
No se puede caer más bajo. Qué ganas de que llegue febrero y certificar la desaparición del mapa de esta banda.