Hay un digital de ideología muy españolista que se está hartando de pescar en el universo de Ciudadanos. Un universo muerto, eso sí: el partido agoniza y, a pesar de resistirse a los estertores, es más fácil encontrar a alguien que ha roto el carné naranja que a uno que lo mantenga intacto. La cabeza de cartel es Albert Rivera, il capo. Pero también hay quien rompió la tarjeta Cs como una aspirante a VIP en Catalunya: Sonia Sierra. Antes de huir por piernas, la de Terrassa había sido un ariete tozudo contra el gran tesoro del país: la lengua catalana. Sostiene sus teorías y ataques sobre su condición de filóloga española y profesora, y con esta excusa es capaz de asegurar todo tipo de cosas. Le faltan tres cosas, detallitos. Una, la documentación exigible a una académica. Otra, la vivencia empírica. La tercera es la empatía. Bueno, ahora que lo pensamos bien, la lista es larga: la memoria, la justicia, la razón, la verdad. Uf. No hemos empezado el texto y ya estamos fundidos.
De lo que va sobrada Sierra es de ganas de tocar las palmas y crear jaleo. A ver, que hemos oído algunas muy gordas en Ciudadanos, especialmente durante el procés y la sentencia. Pero que Sonia ahora se destape como una defensora de las políticas (por decirlo de alguna manera) del dictador fascista Francisco Franco es exhibirse de forma exagerada. Que sí, que todos sabemos de qué pie calzamos, pero incluso así hace pupa. Sierra escribe en este digital un texto provocador: "Franco no prohibió el catalán". Un argumento que utiliza para denunciar la opresión del castellano en Catalunya. De verdad, no es cachondeo. Sí, es para morirse.
Sonia Sierra niega la represión lingüística de Franco en Catalunya
Como tenemos un sentido arácnido para detectar lamentos, quejas y llantos, diremos que no es que Sierra se declare abiertamente franquista, no. "Fue una etapa negra que cercenó la libertad de todos los españoles y sometió a las mujeres a una especie de minoría de edad perpetua. Hay infinidad de cosas del franquismo que resultan absolutamente repugnantes". Entre ellas, sin embargo, no está la represión lingüística. Ni en Catalunya, ni en el País Vasco, ni en ningú lado. Porque el abuelo Franco "nunca prohibió el catalán y resulta preocupante que personas con formación académica sostengan que sí". Encima, burros. Y poniendo la cama. Hace una lista de supuestos signos de libertad absoluta en aquella época de dictadura. Parecería que si hablabas catalán en vez de zurrarte, te daban un sugus de piña. La condescendencia es gigantesca. Atención al tuit que envuelve todo, este contra la inmersión: "Con la excusa de la prohibición del catalán que no existió, en una dictadura que hace casi 50 años que acabó, se impide que los alumnos catalanes puedan aprender en español". Venga, premio. Aquí va el texto.
Escándalo en la red por el artículo de la exdiputada de Cs
Sí, buscaba el premio y lo ha encontrado: es decir, un escándalo mayúsculo en las redes. Quizás no supera aquello de los espías en las aulas infantiles, pero entra directamente en el salón de la fama. O de la infamia. Le dicen y le explican de todo, algunos muy enfadados, pero lo que es más importante: también le enseñan documentos de su (tolerado) régimen prohibiendo expresamente el uso del catalán. Por aquí puede empezar a investigar la académica, sí es que quiere. Su negacionismo no queda sin réplica. Echemos una ojeada al alboroto.
Ciudadanos muere, pero su espíritu sigue pululando como un zombi. El odio es inmortal.