El barcelonismo y el Camp Nou tiene muchos mitos. El primero, es evidente, el mejor jugador de la historia del fútbol, un Leo Messi que este domingo nos emocionó a todos a los culés consiguiendo la tan soñada Copa del Mundo con Argentina, mal que le pese a Íker Casillas. El mejor de todos los tiempos, goat, ya tiene el título que le faltaba para callar bocas. Aparte de él, la lista de culés ilustres es larga: Xavi, Iniesta, Puyol, Guardiola, Cruyff, Ronaldinho, Luis Suárez, Neymar, Maradona, Migueli, Valdés, Samitier, Kubala y un largo etcétera. Hay, sin embargo, un mito, que nunca vistió de azulgrana. De hecho, vistió con la camiseta blanca del eterno rival: Predrag Spasic.
El exfutbolista serbio se convirtió en un mito del barcelonismo sin proponérselo. El excentral madridista pasó para siempre a formar parte de la memoria colectiva del barcelonismo el 19 de enero de 1991, día en el que su equipo jugó un Clásico en el Camp Nou contra el Barça. El partido, lo recordarán los que lo vieron, fue una castaña. Marcó primero el danés Michael Laudrup, todavía en el Barça, en el minuto 18 del primer tiempo. Empató diez minutos después Emilio Butragueño. Pero en el minuto 62 de partido, una jugada hizo que Spasic pasara para siempre a los anales de la historia del estadio culé. Después de una buena ocasión de Julio Salinas, el portero merengue, Jaro, rechazó la pelota a córner. Saca el lanzamiento de esquina Eusebio Sacristán. Cede en corto al propio Salinas, que le devuelve la pelota para que la cuelgue dentro del área. Peina Nando en el palo corto y la pelota va a parar al segundo palo, en la frontal del área pequeña. ¿Y quién estaba allí para hacer un remate inapelable a puerta? ¿Bakero? ¿Stoitxkov?... No. Spasic. Cabezazo en su propia portería, el autogol más increíble del Camp Nou, y los aficionados, enloquecidos. El 2 a 1 definitivo. Su imagen, abatido, ya es historia. Igual que el cachete amistoso que le hizo el capitán azulgrana, Alexanco, en la mejilla, para animarle. Vean un momento mítico:
Han pasado casi 32 años de aquello. "Aquello me trajo muchos problemas", ha explicado a relevo.com. Y por aquello quiere decir, evidentemente, el gol en propia puerta más famoso de la historia del Camp Nou. Después de la retirada de los terrenos de juego y la vida pública, desapareció del mapa. Un jugador altísimo, 1'90, a quien no le gusta ser observado. Cero entrevistas, cero retornos a los medios. Hasta ahora, cuando la mencionada publicación lo ha entrevistado en su ciudad, Kragujevac. Recuerda que "ser central en el Real Madrid no era nada fácil; cada error se paga muy caro". Y su error mayúsculo contra el Barça, lo perseguirá para siempre: "El autogol del Camp Nou representa mi pesadilla; todo lo que ocurrió tuvo mucha influencia en mi estado mental. Todo lo que ocurrió tuvo mucha influencia en mi estado mental. Muchas veces le he dado vueltas a la cabeza y, a día de hoy, cuando vuelvo a ver el vídeo, no consigo entender cómo llegué a hacer algo así".
Después del autogol, el declive. Mes y medio sin ir convocado. Aunque después fue de menos a más, el Madrid le echó. Después de una única temporada en el Madrid, jugó en Osasuna, el Atlético Marbella y el Radnicki de Belgrado sin pena ni gloria, hasta que colgó las botas en 1997. "Cuando regresé a mi país sufrí una depresión. Fue todo: una cosa, la otra, la otra… Se me juntó todo y al final exploté". Incluido una situación económica muy difícil. Invirtió en un proyecto empresarial, mucho dinero, y con la guerra en los balcanes todo se fue al garete. Se arruinó. ¿Y qué hace ahora? ¿De qué trabaja? De mozo de almacén. Y no llega. Por eso, da un grito pidiendo ayuda: "Necesito ayuda, necesitaría un favor. Ayuda en el sentido económico. Ahora vivo al día. Tuve que buscar otro trabajo para poder vivir decentemente. Un trabajo que hasta ahora ni podía imaginar. Soy mozo de almacén y vivo con 400 euros al mes. Estoy en una situación difícil, hay que ser muy fuerte para superar todo". Esperemos que salga adelante.