La historia de la TV está llena de juguetes rotos. El tópico dice que la fama rápida acaba en una bajada a plomo, de reconocimiento, de ingresos y de ego. Y cuando más arriba, después más abajo. El caso de la striper catalana Chiqui Martí es de superación. Hacía striptease en diferentes locales de Barcelona, como el desaparecido Bailén 22. Un arte en el que Chiqui sobresalió: quitarse la ropa y bailar y hacer contorsiones con poca ropa en una barra. Fue fija al programa Crónicas Marcianas, y todo lo que Xavier Sardà, con Mainat y Cruz, tocaban, se hacía rico. Ahora el digital Jaleos hace un retrato que revela que la purpurina cae.

GTRES

La fotografía es del funeral de un amigo, el hermano de Sonia Monroy. A los 47 años, la showgirl lleva una vida más anónima y repasa las sacudidas que le ha causado la vida. Un accidente haciendo un ejercicio de telas (acrobacia suspendida en el aire) le provocó tetraplegia. La rehabilitación le ha permitido volver a los escenarios y vivir de su pasión. En el aspecto personal, se separó de su hombre y descubrió que nunca más querría estar con nadie del género masculino. En 2014 se casó con una mujer, Raquel, aunque la bailarina no se considera a ella misma lesbiana. No le gustan "las mujeres" sino una mujer: Raquel.

A la boda no fue el único de los progenitores de Chiqui que sigue vivo: su padre. "Me dijo 'No voy en ir porque no tengo nada que celebrar'. Fue muy duro". Y cuando creía que ya se había repuesto de tantos dramas, quedaba otro: su hermano Raul, que sufre una enfermedad que requiere medicación, desapareció y la ONG SOS Desaparecidos difundió una campaña para encontrarlo. Felizmente quedó en un susto. El perfil que dibuja el digital que ha recuperado a Martí del anonimato es el de una mujer que ha sufrido mucho pero que sigue siendo fuerte, feliz y haciendo felices a los que contemplan su arte.