'Espejo Público' ha cubierto su cuota de la semana con VOX: entrevista en plató a algunos de sus líderes. Es toda una tradición en el espacio de Susanna Griso, la de dar voz a la extrema derecha. Ahora bien, los cara a cara con la presentadora catalana no acaban siempre como les gustaría a los ultras. Y mira que Griso no sería, precisamente, sospechosa de ser un radical extremista de izquierdas. Tampoco una independentista sectaria, por mucho que algunas rivales hagan públicos rumores sin pies ni cabeza. Sólo hay que repasar la videoteca. Pues bien, estas son precisamente las palabras que podemos encontrar en las redes sociales por la entrevista que ha hecho a Rocío Monasterio de cara a las elecciones del 4-M en Madrid. No ha sido, ni mucho menos, la entrevista más desgarradora y crítica de la historia. Pero eso no tiene ninguna importancia: la disensión respecto de sus sandeces es motivo de sentencia por parte de sus parroquianos. Y Griso hoy no les ha puesto la habitual alfombra roja, canapés y genuflexiones de las que disfrutan habitualmente.
📺 @monasterioR "Un inmigrante ilegal tiene más ayudas que un autónomo. Un pensionista que cobra 400€ no tiene los 4.700€ que nos cuesta cada mena al mes" pic.twitter.com/tL1IS9tTOL
— VOX Madrid (@madrid_vox) April 15, 2021
El momento que más daño ha hecho en Can Facha ha sido durante una discusión sobre los llamados MENAS, a los que VOX detesta y casi no considera seres humanos. "Los tratan como a animales", le ha espetado Griso con razón. Pecado mortal. La catalana ha visto cómo le llamaban de todo. Desde "retrasada" o "maloperada" a insinuar que es del PSOE, indepe (como si eso tuviera alguna cosa que ver) y todo tipo de improperios muy juiciosos y originales. Tan originales que buena parte de los espectadores y tuiteros asistían estupefactos a la alucinación de los simpatizantes de Monasterio y compañía. "Como debe ser la cosa que los fascistas se quejan del extremismo de Susanna Griso". Un festival del humor matinal y gratuito, vaya.
Pensándolo bien, la cosa tiene su lógica: ¿un partido de franquistas, fascistas y ultras que se hacen llamar demócratas? ¿Qué podría salir mal? Eso sí: más cuota de pantalla, y más burradas circulando por el ambiente. Patético.