Susanna Griso está de vacaciones. Después de un año compitiendo con Ana Rosa Quintana, y con un Alfonso Arús que les come la tostada por las mañanas, la presentadora catalana está disfrutando de unos días en familia practicando el arte de il dolce far niente antes de volver la próxima temporada a Espejo público en Antena 3, esta vez, sin embargo, sin competir con Ana Rosa.
Pero a pesar de su ausencia, hoy la presentadora ha vuelto a hacer acto de presencia. ¿Dónde? En el diario El Mundo, que le ha hecho una entrevista donde ha hablado de su vida personal y profesional a partes iguales. Con respecto a ella, reconoce que la gente no sabe escribir su nombre, o le quitan una 'n' a Susanna o le añaden una 's' a Griso ("y no es que me guste demasiado eso de las SS"), se considera feminista "hasta el día que me muera" y defensora de los derechos LGTBI ("tuve un hermano que murió de SIDA, esa experiencia fue dolorosísima y sé perfectamente lo que es salir del armario, el rechazo"), ha hablado orgullosa de sus hijos y de las vacaciones: "necesito recargar pilas, meditar, reflexionar, leer y escuchar música para intentar recomponerme. Me voy todos los años a navegar con unos amigos" y que le es imposible desconectar del todo: "Siempre me voy a la otra punta del mundo porque pienso que con el cambio horario me alejo más de lo que sucede y tomo distancia. Voy con tableta a todas partes. ¡Quiero saber qué pasa! Cómo se forma el Gobierno".
Justamente hablando de qué pasará en España, quién gobernará y qué pasa ahora después de las elecciones, se ha pronunciado la periodista. De momento, lo que decidieron las urnas es que ahora todo parece estar en el tejado de Pedro Sánchez y ver si llega a un acuerdo con las fuerzas de la izquierda, con unas negociaciones que se prevén especialmente largas con Junts. La otra certeza que escogieron a los electores es que no le otorgaron los suficientes votos ni escaños a la derecha y la ultraderecha para que haya un cambio de gobierno. El PP y Vox no han conseguido su sueño húmedo de presidir el país a pesar de los indisimulados intentos de buena parte de los medios de comunicación de este país. Una derecha mediática que tiene muchos altavoces, pero de la que Griso no se considera parte. "Eres derecha mediática", le preguntan. Respuesta: "Bueno, esto de que te pongan etiquetas es muy curioso porque nunca se corresponden con la realidad. Que soy derecha mediática me lo pueden decir algunos desde la izquierda, pero otros, desde el centro-derecha, me critican precisamente por lo contrario, por roja. Me rebelo frente a las etiquetas y no me gusta que me encasillen". Lo más impactante, sin embargo, es cuando ha dicho qué piensa cuándo la ponen en un saco o en otro: "Aunque te voy a ser totalmente honesta, personalmente ya me da exactamente igual lo que digan de mí. Me resbala".
Me resbala, como el programa aquel de caídas y pruebas absurdas a famosos que antes hacían en Antena 3 y ahora ha pasado con mucha pena y poca gloria en Telecinco. El entrevistador se sorprende: "¿De verdad te da igual?". "Absolutamente. Tiempo atrás no era así, eh, pero a estas alturas de mi vida estoy vacunadísima. Tengo la piel dura, que me resbale lo que puedan decir de mí y opinar libremente sobre todos los asuntos al margen de las campañas mediáticas, de Twitter y de las etiquetas", dice, poniendo encima de la mesa los bots de la red. Especialmente sorprendente también ha sido cuando le han preguntado si "¿te inquietaba la hipotética llegada de Vox al Gobierno?" ya que ella ha hecho un sí, pero no. ¿Por qué? Porque señala solo a los ultras de Abascal, como si el PP de Feijóo fuera muy moderado: "Estoy convencida de que el Partido Popular sería un freno para cualquier pretensión de Vox de cuestionar los derechos LGTBI o la violencia machista. Si Vox no fuese de la mano del PP, sí me preocuparía"... Viendo algunas entrevistas que ha hecho a según quien, hay a quien le cuesta de creer.