Después de la performance del Gran Teatro del Liceu en Barcelona, Pedro Sánchez está a punto de apretar el botón de los indultos a 9 presos políticos independentistas. Una medida a la que llegamos tras 3 años y medio de prisión, de una represión imparable, de un relato falso de magnanimidad que esconde coacciones y amenazas y, especialmente, después de que el Consejo de Europa haya noqueado al estado español: pide la liberación de los presos y acabar con la persecución de los exiliados. Ahora se entienden mucho mejor las prisas de Moncloa para terminar la maniobra, aunque el alcance de este terremoto en España, equiparada a las prácticas políticas de un país tan respetuoso y demócrata como Turquía, todavía están por determinar.
En todo caso, lo que es seguro es que los encarcelados podrán volver a casa y abrazar a sus familiares, que han sufrido las condenas en carne propia. Una buena noticia a pesar de la trampa que plantea el estado, porque no nos engañemos: España no estima a Catalunya, y todavía menos a los indepes, por muchos lemas y tuits que se difundan estos días. El españolismo manda, no importan sus siglas. Está instalado en todo el aparato, y hace lo que le da la real gana. ¿Un ejemplo claro? Blanquerna. Todos sabemos qué pasó allí. Y todos sabemos cómo ha actuado la Justicia con este grupo de ultras que irrumpieron en una sala llena de catalanes, agrediendo y vejando con impunidad. Es lo que nos recuerda de forma muy acertada al escritor gallego Suso de Toro. Se dirige a Sánchez y compañía con un tuit para enmarcar, haciendo una pregunta que, desgraciadamente, tiene una respuesta conocida, pero es necesario recordar: "¿Cuando salgan los presos políticos catalanes entrarán en la cárcel los nazis que asaltaron la Blanquerna? ¿O son aforados de la comunidad de Madrid?" Y quien dice 'aforados' puede decir "héroes de la patria", que se ajusta mucho más al imaginario de la Meseta.
'La commedia é finita', España. Basta ya.