El mundo de Tamara Falcó es clasista, esnob, impostado e interesado. Intereses, principalmente, de tipo económico. La hija de Isabel Preysler se ha convertido en una industria por sí misma, siguiendo el legado de su madre o su hermana Chábeli Iglesias. Cada paso de la marquesa está patrocinado: con la boda y la luna de miel, literalmente, enloqueció. Estamos en 2024 y, si se despistan, todavía encontrarán nuevos posts recordando lo bien que quedaron los manteles del bodorrio, o qué perfección en el hotel tal del país pascual que visitaron como flamantes marido y mujer. No crean tampoco que, cuando nos explica cómo se lo ha pasado este fin de semana en un restaurante 3 estrellas, la cosa sea por amor al arte. Siempre moja. Nada es casual, ni gratis, en el Instagram de Falcó.

Hace unos días, durante su participación en la tertulia de 'El Hormiguero', la mujer de Íñigo Onieva nos anunciaba que estaba pasando unos días en un centro de salud de nombre desconocido. "Una clínica macrobiótica", la llamaba, añadiendo que le acompaña su maridín. Sonaba raro, tratándose de la mujer-anuncio más ocupada de la jet-set. Cosa que quedó confirmada poco después, con el silencio más atronador sobre el tema en sus redes sociales. La estancia de la Falcó y consorte es para perder peso tras los excesos navideños. Un destino habitual en la vida de Tamara, que ya visitó otro establecimiento especializado antes de casarse para no tener problemas con el vestido de Carolina Herrera que tanto le costó conseguir. Aquella vez supimos todos los detalles del centro escogido: la Clínica Buchinger, en Marbella. Incluso que se había escapado para saltarse la dieta.

Buchinger Telecinco
Clínica Buchinger / Telecinco

Resulta que Tamara Falcó, según el digital 'Informalia', se ha llevado una decepción grande y un mosqueo posterior, con los responsables del Sha Wellness Clinic, en el Albir, Alicante. Un establecimiento considerado como uno de los mejores del mundo para ponerse en forma y alimentarse correctamente. Vaya, que pagarán los festines y las botellas de los últimos meses con verdurita hervida, muchos zumos y aire en abundancia. También abonarán la cuenta, la factura, la dolorosa. Y qué dolor, porque estamos hablando de un centro apto solo para grandes estrellas. Por aquí pasó el diseñador John Galliano (en estado de derribo), Barbra Streisand, Naomi Campbell, Ferrán Adriá, Pedro Almodóvar o Javier Bardem y Penélope Cruz. Todos ellos paganinis. Y mucho más famosos que la Falcó, se ponga como se ponga.

Denominarla "clínica macrobiótica" es un desprecio público, molesta por tener que sacar la VISA y no ser tratada como una semidiosa. Quizás pensaba que, ya que incluso su padre Carlos Falcó y casi todo el clan Preysler ha pasado por sus instalaciones, harían una excepción con la reina del mambo. Pues no. Su silencio dice tanto de ella como sus actos. Ha destapado su cara auténtica y queda mal. Tami es, en realidad, una tacaña. Como Victoria Federica. Seguro que la horrorizará, pero se parecen más de lo que se cree.

Tamara Falcó e Iñigo Onieva / Instagram
Tamara Falcó e Iñigo Onieva / Instagram