Hay muchas formas de hacer el ridículo en esta vida, e Íñigo Onieva parece decidido a probarlas todas. El futuro marido o no de Tamara Falcó se está viendo superado por las circunstancias. No se ha dado cuenta del poder de los medios de comunicación y del influjo sobre su destino, y mira que ha tenido unas cuantas oportunidades para medirlo. ¿Primera lección? Al loro con las redes sociales. ¿La segunda? No muerdas la mano que alimenta tu cuenta corriente, puedes salir maltrecho. Y una tercera, va: vigila con las amistades y lo que dicen a reporteros y periodistas. Te dejan con el culo al aire en un abrir y cerrar de ojos.
Ay, las amistades. Qué relación tan complicada la que mantiene esta pareja (y la suegra Isabel) con sus íntimos. Más de uno ha patinado y no lo han vuelto a ver por Villa Meona, como por ejemplo a Boris Izaguirre. El comunicador venezolano era uña y carne con la socialité filipina. Pero después de que riñera a Tami por sus sandeces homófobas en un congreso ultracatólico ha quedado vetado y no irá a la boda del próximo 8 de julio. La misma amenaza sobrevuela a los colegas del novio, que han ido filtrando los detalles de las despedidas de soltero que le están preparando. El que explique más de la cuenta o pase información sensible al enemigo corre peligro de no vestirse de gala en el bodorrio. El último en sumarse a la lista de potenciales víctimas ha sido un buen amigo catalán y muy fashion de Tamara, el diseñador Juan Avellaneda. Ha querido ser simpático con la prensa y ha delatado a la parejita.
El diseñador Juan Avellaneda delata a Tamara y Onieva, habla de más
Avellaneda fue uno de los muchos VIPS presentes en la fiesta de la marca de gafas que ha contratado, entre otros, la maleducada y desagradable Victoria Federica. Juan, que también es imagen, sí que atendió la prensa sin necesidad de ir escoltado por gorilas y miembros de la organización. Son formas de comportarse. Tiene gracia, eso sí, porque el diseñador la defendió diciendo que era muy fácil trabajar con ella, que era muy simpática y muy guay, mientras la otra organizaba un escándalo unos metros más allá. Quizás no tiene el don de la oportunidad, no. O peor aún: la puñetera venda en los ojos de determinados ambientes pijos y clasistas. Este patinazo tuvo continuación cuando le preguntaron por la polémica que afecta a su compi Tamara Falcó: la lista de bodas y la famosa exigencia de 150€ a los invitados para acceder a la boda. El mismo motivo que provocó el enfado de Onieva y que sacara a pasear su disfraz de malote.
Confirmado: Tamara cobrará entrada mínima por la boda. Íñigo Onieva hace el ridículo
Todo empieza al explicar que Onieva, el desleal, ahora mola mil. Que lo ha conocido y qué descubrimiento, tú. Si le puso los cuernos a su futura esposa ante todo el universo virtual pues mira, cosas que pasan, mala suerte. Fenomenal. Justo después llegaba el momento culminante, dando verosimilitud a la información que tanto daño les hace. "150 me parece poco para una boda. En una boda te lo tienes que currar, 150 euros te cuesta un restaurante". Este, Juan, no es el tema. El tema es que es verdad. Y que tu amigo ha quedado como cagancho en Albacete. ¿Quieren cobrar entrada por la boda? Pues sí. Y no pasa nada. Solo pasa cuando lo quieres esconder, como si fuera indigno de gente tan chachipiruli como vosotros. Y este es el quid de la cuestión.
Juan Avellaneda, revise el Whatsapp. Quizás le llega otro enlace... para desinvitarlo. Atento.