Tamara Falcó ha acabado su gira por Oriente Medio y vuelve a Madrid con ganas de guerra. Ha pasado unos días en Catar, acompañando a su hermano Enrique Iglesias en un concierto, y después se desplazó a Abu Dabi para asistir como invitada en una polémica boda: la de un bisnieto de Francisco Franco con la hija de Abdul Rahman El Assir, traficante de armas en busca y captura por delitos fiscales millonarios en España. El Assir es además un gran amigo de Juan Carlos de Borbón, quien también se esconde en los Emiratos. De hecho se ha convertido en su asesor, una joya. A buen seguro que Tamara y Juan Carlos se encontraron en el bodorrio, aunque no haya ninguna imagen que lo acredite.
Sea como sea, la hija de Isabel Preysler desapareció del mapa en España con la intención, una vez más, de poner distancia respecto de su ex novio y prometido, Íñigo Onieva. Ya saben que el madrileño fue pillado besando a otra chica en un festival de música en los EE.UU., que mintió a su pareja y a toda la opinión pública y que finalmente el chiringuito se le cayó, encima incapaz de defender lo indefendible. Nos referimos a su intento de hacer pasar el vídeo por un documento antiguo y anterior a su relación con Tamara, a la que había pedido la mano unos días antes con un anillo muy peculiar y muy caro. Onieva se lo ha tenido que comer con patatas, el anillo y la mentira. Pero vaya, que a pesar de la deslealtad, Íñigo tampoco es un asesino, no ha matado a nadie. Es más, que no era el hombre ideal lo sabía todo el mundo. Sólo era Falcó la que no quería ver la realidad.
Tamara la santa, Íñigo el malo malísimo
Los días posteriores a la ruptura, televisada al detalle y de la que conocemos cada intimidad, asistimos a la beatificación de la santísima Tamara y el fusilamiento popular de Onieva. Todos a una. Salieron defensores de la socialité debajo de las piedras, parecía una competición para ver quién era el más incondicional de la mujer de 41 años. Por eso buena parte de ellos se quedaron con un palmo de narices oyendo las sandeces ultras de la protagonista en una conferencia provida en México, o días después en 'El Hormiguero' explicando cómo de maravilloso es tener 12 años y que te obliguen a ser madre. Pasado este nuevo escándalo se volvió a largar, en este caso a Lourdes. No pedía milagros, no, tampoco los necesita. Se dedicó a hacer de hermana auxiliadora con el uniforme nuevo, porque le daba ponerse uno de segunda mano. Vete a saber quién había sudado allí dentro. Tamara es así.
Tamara Falcó destroza a Íñigo Onieva con una frase demoledora
Durante todo este tiempo se ha dicho que Tamara había disculpado a Onieva, que no escondía rencor ni ningún tipo de sentimiento negativo hacia su expareja. Pero Falcó es una contradicción en sí misma, aparte de que la ves venir a kilómetros. Y hemos vuelto a verle el plumero. En un acto con una conocida marca de ropa ha atendido a los medios de comunicación para hablar de su ex. Y lo que ha dicho, con aquella voz de dibujitos animados, es demoledor, lo destroza: lo tilda de tóxico, de un ser del cual se ha tenido que desinfectar. Literalmente: "Hacía falta una buena desinfección". Eso sí, que lo ha perdonado porque es buena cristiana, con la ayuda de la Virgen. Menos mal, porque si no llega a perdonar, no sabemos que hubiera dicho de él.
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Tamara parece muy inocente, pero sólo es la fachada. Tiene unos cuantos gatitos en la barriga. Y cómo maúllan.