Si la vida de Tamara Falcó fuera una película, bien podría ser una versión de 'Lo que el viento se llevó'. No, no son los vientos corporales de Mario Vargas Llosa; en este caso hablamos de un huracán de categoría 5 como Íñigo Onieva. Cuando el madrileño fue cazado en plena infidelidad, el alboroto fue desmesurado. Tamara fue elevada a los altares como un símbolo femenino universal, todos aplaudía su reacción al famoso vídeo del morreo festivalero de Onieva: fuera, expulsado del paraíso, ni muerta vuelvo con él. Se ganó muchas simpatías, incluso la de aquellos que la consideraban una pija muy carca. El espejismo, sin embargo, tardó poco y menos en desvanecerse. Y no por haber acabado reconciliándose y preparando nuevamente el bodorrio del año, no. Uno de los viajes que hizo para olvidar las penas de amor hizo saltar por los aires una relación mucho más auténtica y valiosa que la que tiene con Íñigo.

Este es Boris Izaguirre. El presentador, escritor y famosísimo showman era íntimo de Tamara y de su madre, Isabel Preysler. Tan próximo que incluso hacía bulto en los festines fachas de Mario Vargas Llosa, dando resplandor a la jarana del escritor peruano. Pero una cosa es acompañarlas en un acto como este y otra muy diferente tragarse las palabras que Tamara dijo en una convención ultracatólica en México, equiparando la homosexualidad y las identidades sexuales no tradicionales a "el mal". Izaguirre la mandó a freír espárragos de manera pública y notoria: "Si tuviera que decirle lo que pienso, sugeriría un alejamiento de las malas compañías y quizás una disculpa explícita", escribía en 'El País'. Aquello rompió las relaciones, claro.

Boris Izaguirre y Tamara Falcó cuando eran íntimos / GTRES

Tamara castiga a Boris Izaguirre sin boda por hundirla públicamente

Y lo que decíamos: resulta que Tamara ha vuelto con el desleal Onieva, pero Izaguirre sigue castigado. Y eso quiere decir quedarse fuera de la lista de invitados de la boda que, presuntamente, se tendrá que celebrar a principios del mes de julio en la destartalada finca El Rincón. De momento su invitación no llega, tampoco ha vuelto a hablar con ella. Pero la reconciliación se huele, hay movimientos. Después de que el comunicador se arrepintiera de su reacción, ahora llega un gesto inequívoco: Boris trata de arreglar el desplante alabando a la madre Isabel. La filipina no pasa por su mejor momento, tiene muchos frentes abiertos y solo hablan bien de ella los muy  cafeteros. Julio Iglesias, el primero, y ahora también Boris. Ha sido durante un acto en Barcelona, dedicándole palabras de ánimo y reconocimiento tan sinceras como bien escogidas en el tiempo.

Boris Izaguirre e Isabel Preysler / Europa Press

Boris recula y se acerca a través de Isabel Preysler

El salvavidas de Boris a la Preylser, en palabras:  "Todos los que se están metiendo con ella son muy injustos, se han pasado de la raya. Le han tildado de fría, calculadora, manipuladora y es absolutamente falso. Isabel ha vivido mucho, es apasionada, disciplinada y una gran anfitriona. No necesita a nadie que la defienda porque sabe muy bien cómo tiene que reaccionar ante los hechos. Es una persona culta, correcta y amable". Una manifestación de devoción que le hará ganar mucho puntos con Tamara, que sufre por la mami. Y a pesar del mal rollo entre ellos, los amigos de mis amigos son mis amigos, ya lo decía la canción. Da la impresión que Boris y su marido Rubén Nogueira tendrán cubierto en la mesa, podrán hacer sus necesidades en un tigre portátil y pasarán por caja con la lista de bodas. Todo como antes. Pelillos a la mar.

Boris Izaguirre tapándose / Instagram

Volvemos al inicio: soplan vientos de cambio en la jet-set. De momento es una brisa, pero cuidado con el efecto mariposa.