El término "facturar" se ha popularizado mucho desde hace un par de semanas. Todo gracias o a causa de, como quieran, Shakira. La colombiana utiliza este verbo en su última andanada contra Gerard Piqué, la 'Sesión 53' con Bizarrap. "Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan", le canta a su ex. Una afirmación que sirve de reivindicación feminista y argumento para justificar su venganza pública, que está llevando a cabo de forma metódica y muy lucrativa. Las ganancias son brutales, pagará "la deuda con Hacienda" como si tal cosa: misión cumplida. Eso sin contar el posible lanzamiento de una línea de moda oficial o uniforme anti-Piqué, como la sudadera que lucía en el balcón de la mansión de Esplugues mientras saludaba a sus fans. Si llega a las tiendas, se agotará.

Shakira, sin embargo, no es el único famoso que protagoniza un culebrón sentimental que se traduce en cantidades ingentes de euros en la cuenta corriente. Tamara Falcó ocupa un lugar en este podio tan particular, aunque los elementos del caso sean algo diferentes. La hija de la Preylser dejó a su novio tras comprometerse a casarse con él... y de descubrir, como todo quisqui, el famoso vídeo de Íñigo Onieva morreándose con una mujer en un festival de techno en EE.UU. La marquesa juró que nunca volvería con él, se marchó a México a ponerlo verde y hacer de altavoz de teorías fundamentalistas, homófobas y lamentables, después al santuario de Lourdes, a las Maldivas con la mami (que también ha cortado su idilio con Mario Vargas Llosa) y, durante todo el periplo, ocupando su silla en 'El Hormiguero' de Pablo Motos exprimiendo el show. Uno que, como las pelis aquellas de sobremesa, acaba con reconciliación inverosímil, expiación de los pecados a través de la oración y nuevo anuncio de boda. De locos. Como loca es la fiebre que ha provocado todo esto.

Íñigo Onieva besándose con otra mujer / Twitter
Iñigo Onieva besa a Tamara Falcó / GTRES

Falcó, aparte de hija de millonarios y marquesa de Griñón, es empresaria y cocinera. Bien, tiene dos títulos de cocina: ganadora de 'Masterchef' y titulada por la Cordon Bleu. No trabaja en ningún restaurante, no nos volvamos locos: trabajar es un término muy relativo cuando hablamos de Tamara. En cuanto a su faceta de empresaria, la empresa es ella misma. Hace de imagen, va a alfombras rojas, ofrece exclusivas en revistas, promociona marcas en redes y, además, hace de tertuliana y VIP de televisión. Puede parecer que tiene una agenda muy apretada, pero no se engañen: no será tan duro si pasa la vida viajando de aquí para allá: recientemente ha ido con Onieva bien atado a Laponia y Praga. Como todos los curritos, claro que sí.

Tamara Falcó, Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa descamisado en MasterChef / RTVE.es

Ceros, ceros y más ceros: Tamara dobla su precio exprimiendo su historia con Íñigo Onieva

Tamara vive rodeada de lujo, lo sabemos. El mejor ejemplo de esta riqueza obscena, aquella foto de 2021 con su madre en Miami junto a un árbol de Navidad a punto de colapsar por|para la cantidad de regalos que Santa Claus les había dejado por buena gente. Una montaña de artículos de marcas prohibitivas, mal gusto. Desde que decidió participar del show mediático, su precio se ha disparado. En 'Masterchef' cobró 200.000€, 15.000 por programa. Con su serie de Netflix, bastante floja por cierto, lo mismo. Pablo Motos la tiene en nómina a razón de 2.500€ la noche, que no es más de 15 minutos en 'El Hormiguero' (10.000 al mes), o cuando va a 'El Desafío' (eso ya son más horas). También gana 150.000 por ser imagen de Porcelanosa, 3.000 por cada promoción en Instagram y lo que es más fuerte: 30.000 por ir a eventos y salir en photocalls, como leemos en Informalia. Una cifra que, con la ruptura con Onieva, se ha doblado: 60.000€. Escandaloso. Sumen todo y verán que hay muchos ceros, pero no es una alucinación. Eso sí que es "facturar".

Isabel Preysler y Tamara Falcó con sus regalos de Navidad / @tamara acuño
Tamará Falcó, 10.000 euros al mes por una horita de trabajo en 'El Hormiguero' / Antena 3

Shakira hace arte y entretiene: Tamara aporta más bien poco a la sociedad. Y lo que deja no es demasiado positivo. Punto y partido para la colombiana.