El matrimonio más falso de la farándula es, por méritos incontestables, el de Tamara Falcó e Íñigo Onieva. Fue un milagro que pasaran por el altar, y será un milagro todavía más bestia que no se separen en un abrir y cerrar de ojos. Sería más adecuado hablar de capricho, de empecinamiento y, sobre todo, de relación comercial, de negocio. Con la exclusiva del bodorrio lo petaron, con la retransmisión patrocinada de la luna de miel se han hartado de hacer caja. Cuando la bolsa no suene, hastaluegomaricarmen. Al tiempo. Las grietas, las costuras y el cartón empieza a ser más evidentes que la alopecia galopante de Rafa Nadal.

El pasatiempo favorito de la pijísima pareja es la de no pegar ni un sello, pero también la de viajar compulsivamente a visitar hoteles y restaurantes de lujo. Aquí empieza y acaba la lista de tareas pendientes desde que Ambrosio los despierta con una suave voz de terciopelo hacia las 11 del mediodía. Pasan más tiempo en terminales del aeropuerto que los mismos empleados. Bien, con una pequeña diferencia. La Falcó siempre se marcha antes, dejando a su maridín allí tirado como una colilla. Durante el viaje por Sudáfrica y Bora-Bora todavía iban juntitos de la mano, pero ahora, 4 meses después de las nupcias, cada uno por su lado. Eres pobre, Onieva. Te lo dice tu mujer. ¿Humillante? Bueno, en vuestro mundo, seguro que sí.

La última escapada al Reino Unido, coincidiendo con la celebración patética de su 42.º cumpleaños, nos revelaba el gesto clasista de la marquesa hacia su otra mitad. Al tocar tierra en Madrid, la hija de la Preysler se largaba a toda prisa, mientras Iñigo tenía que hacer como todo quisqui: esperar las maletas, carretearlas por la terminal y buscarse un medio de transporte. Mientras tanto, Tami estaba en el interior de un vehículo, tomándose un agua mineral con gas con cubitos, lima y viruta de violeta, sin preocuparse del equipaje, ni de colas, ni de esperas. Tampoco de posibles problemas o reclamaciones: paga a la gente para que se encargue de la parte más pesada de la vida. Como Miguel Bosé500€, según revelaron en Telecinco, es el precio de la dignidad y del servicio prémium contratado por la Falcó para este tipo de vicisitud tan poco classy.

Tamara e Íñigo en el aeropuerto / GTRES

Según el programa de Mediaset, "Tamara se lo puede permitir y él no", sentencian. Vaya, "en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza" y todo aquel sonsonete es una falacia. Tamara marca distancias con la chequera y el estatus, incluso con su marido. Ahora, que podría ser justamente al revés: con su mujer lejos y fuera de circulación, Onieva tiene el campo libre para ser él mismo. No sería descabellado. Que nos conocemos todos.

Tamara Falcó / GTRES