Quedan menos de 3 meses para la gran boda de la jet-set española. Se supone que los novios están súuuuuuperocupados con los preparativos, incluso preocupados por desgracias personales de su entorno más próximo. Pero vaya, que nadie lo diría. Hablamos de Tamara Falcó e Íñigo Onieva, que supuestamente unirán sus caminos para siempre el próximo mes de julio con un bodorrio a todo trapo. Y decimos supuestamente porque verles diciendo el "sí, quiero" se parece más a un acto de fe que no a una cuestión racional. No hay día, hora ni minuto que no salten las alarmas sobre la viabilidad de este binomio. Lo único que los está salvando, de momento, es la tozudez de la hija de la Preysler y la capacidad de arrastrarse del madrileño. Onieva, sin embargo, mea fuera de tiesto 9 de cada 10 veces. Y lo ha vuelto a hacer.
La Semana Santa ha acabado y todo el mundo ha vuelto de unas vacaciones discretas, fugaces y más simbólicas que otra cosa. Todos menos nuestros protagonistas, que se han marchado a Bali como quien se va a Platja d'Aro, a Cercedilla o a Moraleja del Vino. Un capricho. Uno más. Recuerden que desde que rompieron y se reconciliaron han estado en Laponia y en Chequia. Willy Fog es un pipiolo a su lado. Falcó paga la fiesta, claro: ya sea porque va subvencionada por las revistas, las marcas o la fortuna familiar, al final la que desembolsa es ella. Y está muy bien. Íñigo es un reyezuelo, por eso su afán de expiar los pecados de la carne y exhibir una devoción religiosa tan repentina e insistente. Ahora bien, el tipo no cuida los detalles. De hecho parece que todo le resbala. Y eso se traduce en un ridículo tras ridículo para su futura esposa.
Tamara Falcó e Iñigo Onieva en Bali por Semana Santa
Los "enamorados" han hecho de guiris en Indonesia. Bien, guiris 5 estrellas, de lujo, sin privarse de nada. Su viaje de pre-boda ha tenido de todo: excursiones, hoteles de 7 estrellas, cócteles con sombrillitas e incluso paseos en moto. Genial. Las actividades han quedado inmortalizadas en redes sociales, pero hay uno matiz importante. A pesar de compartir las mismas postales, las fotos no son iguales. Las de Tamara y las de Íñigo son diferentes: unas están ultraprocesadas con photoshop, y las otras no. ¿Quién ha retocado el material antes de publicarlo? Pues sí, la marquesa. Se ha estilizado, ha eliminado excesos o detalles que no le gustan de su cuerpo e incluso ha añadido otros a su amado. La Falcó más guapa, más delgada, más esbelta, más top. Y Onieva, más musculoso, directo a la portada del Men's Health. ¿Qué cómo lo sabemos? Pues gracias al interfecto, que pasa de todo.
Los retoques de Tamara Falcó al descubierto: Íñigo Onieva desmonta el chiringuito
La presentadora Núria Marín, de Telecinco, desenmascara a Tamara a través de las imágenes de Onieva. La comparación resulta humillante, demuestra que su prometida vive obsesionada por las apariencias. Cosa que ya intuíamos, claro, pero la potencia de dos imágenes uno junto a otra es una cuchillada que no soporta ni la coraza más indestructible. Ni Onieva es Sansón ni la Falcó es Dalila. Pasen, vean y comparen. Mucha tela. Y vaya ridículo.
Todo esto recuerda aquello de "cuándo lo pides por Internet... y cuándo te llega a casa". Un fraude.