La suya es una relación que forma parte del dominio público. Sí, serán pijos, ricos, pomposos, pero cono miserias, contradicciones y dramas como todo el mundo. Y los venden cómo y cuándo les interesa. Forman parte del negocio y eso tiene un precio que no siempre están dispuestos a pagar. Sobre todo uno de los futuros contrayentes de la boda del año de la jet-sey, la de Tamara Falcó e Íñigo Onieva. El comportamiento del madrileño se ha vuelto arisco, irascible, chuleta, cuando hace no mucho tiempo era un osito amoroso con reporteros y fotógrafos. Seguía la línea marcada por la hija de la Preysler, una profesional del tema. Piensen que ha vendido la exclusiva de la boda por 1 millón de euros, una barbaridad. Onieva podía estropearle el negocio, poniéndose en contra a la gallina de los huevos de oro. Era un riesgo, uno de los muchos que sobrevuelan la relación.
Porque seamos claros, esta historia tiene tantas zonas sombrías que es más fácil fijarse en los defectos que en las virtudes, en todo aquello que hace dudar del 'sí, quiero'. De hecho ya cancelaron el enlace una vez al destaparse la infidelidad de Onieva en un festival techno. Si era o no la punta del iceberg es la gran pregunta, pero la duda ahí está. Las costumbres nocturnas de Íñigo, su trabajo en discotecas y su capacidad para hacer amigas alimentaban la sospecha, pero la Falcó nunca quiso profundizar demasiado. Acabó perdonándolo, previa expiación de los pecados a través de la oración, para volver a los planes de boda, de hijos, etcétera. Como si no hubiera pasado nada, aunque la familia no lo compre. Es así.
El futuro marido de Tamara Falcó, cada día más irascible y antipático
A Onieva, evidentemente, le había tocado la lotería con el perdón de Tamara, y durante un tiempo ha cuidado las formas de manera extrema. Accesible, majete, y tal. Hasta que una noche, saliendo de misa de la mano de su prometida, dijo basta. Mandó a hacer gárgaras al equipo de una agencia de prensa que lo sigue habitualmente. Normalmente son como de la familia, aunque aquella noche ya no eran bienvenidos. Y saltó. Una escena que se repetía poco después, ahora sin la marquesa, mientras sacaba al perro a hacer pipí a medianoche. "No son horas", reprochaba a la prensa. Una sobrada que marcaba una tendencia. La cara de mala leche quedaba instalada en su rostro haciendo que las críticas contra él se multiplicaran. Incluso Jorge Javier Vázquez, hoy en Lecturas, dice que "desde que ha vuelto con Tamara, Íñigo está muy antipático".
El accidente de una persona importante, el motivo de la mala leche de Íñigo Onieva
Pues bien, la revista Semana argumenta que esta conducta responde a un motivo de peso y nada agradable. Un familiar próximo y amigo íntimo ha sufrido un accidente de tráfico con consecuencias graves. Se está recuperando, pero la cosa pinta lenta y difícil. Sufre por las secuelas que pueda arrastrar el resto de su vida. "Están muy fastidiados. Lo están pasando mal, especialmente Íñigo. Tenéis que entenderle si en algún momento ha sido un poco borde con la prensa". La pareja continúa con los preparativos de la boda, pero la presencia de esta persona se tambalea. Imaginamos, eso sí, que la despedida de soltero sí se llevará a cabo, organizada por los propios amigos. De momento, no hay noticia al respecto.
Íñigo Onieva, ni un minuto de calma. Qué sufrimiento.