Aunque parezca mentira, Tamara Falcó e Íñigo Onieva ya han acabado su luna de miel. Después de estar muchas semanas pelando la pava, después de dilapidar la pasta con lujos y más lujos, la pareja vuelve al día a día y a trabajar (?). Ella, yendo otra vez a El Hormiguero a participar a una tertulia que provoca vergüenza ajena al lado de Juan del Val, Nuria Roca y Cristina Pardo, diciendo sandeces delante de las hormigas. Este jueves, sin embargo, hizo doblete, porque también se la vio en el programa del exbético Joaquín, El novato.
Juntos prepararon una cena de alto standing para Genoveva Casanova, Teresa Baca y Ágatha Ruiz de la Prada y regalaron algunas jugosas confesiones. La más llamativa, que la celebrity ha perdido su anillo de boda: "El otro día se me cayó y ahora llevo otro, mientras tanto... ¡Y creía que nadie se daba cuenta! No sé dónde está el verdadero. Es que el real me estaba un poco grande... Y nada, ¡aparecerá!"... O no. Hablando de la boda más sonada de los últimos tiempos en España, la hija de la Presyler también ha hecho otra revelación: "Hasta que llegué ahí, no sabía si me iba a casar o no. Sufrimos todo tipo de males. Pero te voy a contar una cosa que ni siquiera se supo". Un secreto que tiene que ver con un incendio, y no el de la casulla del sacerdote: "Cuatro días antes de la boda, se quema el camión de mensajería que llevaba mis zapatos, que me habían hecho a medida. ¡Los zapatos incinerados! Insalvables. Estaban un 65% quemados. Y digo 'como se entere la prensa, van a empezar con el mal de ojo, la mala suerte...'. Y sí, hubo una poca de señales para que no me casara. Pero cuanto más esfuerzo cuesta algo, más me esmero. Y, al final, se hizo. Casarme fue un reto".
Más confesiones: ¿imitó a Letizia en el vestido de boda? Nasti de plasti: "Se ha dicho mucho que se lo copié a la Reina. ¡Pero no tiene nada que ver! Y yo creo que ella lo habrá pasado totalmente por alto. Porque mi vestido estaba basado en un vestido negro, que apareció en la colección de Wes Gordon, en la pasarela. Era una vestido imponente, que cerraba el desfile. Me lo enseñó él". Claro está que la confesión más curiosa es cuando habla de cómo es su día a día con su flamante maridito, cómo son ellos dos cuando están en la intimidad y cómo se ven el uno al otro. Dos caracteres opuestos que incluso han hecho que se bauticen el uno al otro con dos motes como mínimo, peculiares. Dos apodos que se han puesto para decir, de una banda, que él es reservado, callado y que le cuesta explicar qué le pasa, y de la otra, que ella charla y charla, que está todo el rato hablando y explicando cosas y que no calla ni debajo del agua. Y justamente del agua es de donde han tomado los ejemplos para referirse el uno al otro.
La parejita hizo un curso prematrimonial los dos primeros lunes de cada mes. Allí, otras parejas les recomendaban: "'Os tenéis que escuchar'. Y llegamos a la luna de miel e Íñigo no me escuchaba nada. Pasaba algo, yo necesitaba expresarme y él nada". Esta falta de comunicación hizo que ella reconociera que "yo le decía 'es que tú estás tan cerrado como un mejillón'. Y él me decía 'ya... Y tú eres plancton. Tú necesitas contarlo absolutamente todo y darle 10 mil vueltas'. Y a mí ser así me encanta. Pero a él le cansa en seguida"... La metáfora de los mejillones la vemos bien, pero todavía estamos intentando encontrarle la relación al plancton y a hablar por los codos...