Por fin. Lo que parecía impensable hace poco menos de un año, este sábado se hizo realidad. Tamara Falcó e Íñigo Onieva se dieron el “sí, quiero”. De hecho, por las dudas, lo hicieron en una ceremonia oficiada por hasta tres sacerdotes. Y aunque uno de ellos estuvo a punto de salir ardiendo después de que le incendiara la sotana, pudieron completar el ritual con éxito.

Como decíamos, hace poco menos de un año nadie pensaba que la jornada pudiera llegar a producirse. Sobre todo después de que salieran a la luz las imágenes de Onieva besándose con otra mujer en el festival Burning Man que se celebra en Estados Unidos y que generó la ruptura temporal de la pareja. Un percance que, como la mayoría conoce a estas alturas, no ha sido el único. Al margen de otras infidelidades que han salido a la luz, la pareja ha tenido problemas con la fecha, con el vestido de la novia, con las joyas (robadas en plena A6)… Un sinfín de obstáculos que, increíblemente, la pareja ha conseguido supera para confirmar su amor ante los ojos de Dios.

Tamara Falcó e Íñigo Onieva, criticados por algunos invitados

Tanto la ceremonia como el convite posterior se celebró en El Rincón, el palacio situado en Aldea del Freno que la Marquesa de Griñón había heredado de su padre, Carlos Falcó. Sin embargo, lo que tenía que ser la boda del año y un disfrute pleno para los invitados, no fue tanto así. Algunos de los presentes criticaron duramente tanto a los protagonistas como el escenario.

El Rincón
El Rincón

Por un lado, algunas fuentes aseguran que hay una revista de papel cuché que ha pagado hasta un millón de  euros por la exclusiva de la boda. Y desde el primer momento se vio que todo estaba enfocado a ello.

Todo enfocado a engordar la exclusiva

Por ejemplo, se requisaron los móviles a todos los invitados para que no se filtrara ni una sola foto. Y no solo porque les podría fastidiar dicha exclusiva. También para que no se vieran esos detalles que no se mostrarán en la revista de papel cuché para que todo parezca un cuento de hadas. En este sentido, cuentan que el palacio se cae a trozos, y que hicieron los arreglos justos y necesarios para acoger el evento. Y no quieren que salgan a la luz las ruinas, así como detalles, entre otros como los urinarios portátiles o algunos invitados bastante ebrios que restarían mucho glamour.

Asimismo, tampoco pareció bien a buena parte del personal que los novios desaparecieran durante buena parte de la velada para las fotos, olvidándose de los invitados, muchos de los cuales sintieron que eran simples figurantes a los que habían llevado para rellenar y aparentar. Muñecos de paja con los que se buscaba dar la sensación de multitud, los nombres de los cuales solo buscaban cebar la exclusiva ya desde su llegada hasta el último minuto.