Tamara Falcó e Íñigo Onieva caminan de manera tortuosa hacia el altar. Se casarán a principios de julio siempre que lleguen de la mano. No lo tenemos demasiado claro, la suya es una relación tan estrambótica y herida de muerte que en cualquier momento salta por los aires. La desconfianza es el elefante en la habitación, pero la hija de Isabel Preysler se empeña en hacer como si no existiera. En cuanto al madrileño, ha hecho grandes esfuerzos por redimirse, cambiando la juerga y las amigas por la oración y los templos religiosos. Sin embargo lo vemos cada vez más crispado, se enfrenta a menudo a la prensa en plena calle, muy chuleta. A Tamara esto no le gusta un pelo: quizás Íñigo no se ha dado cuenta de qué va la historia, pero su prometida vive de la imagen pública. Y él se la carga con cada meadita fuera de tiesto.
El comportamiento irascible del novio, sin embargo, no es el único nubarrón que amenaza el horizonte inmediato. Su madre tiene problemas con su ex Mario Vargas Llosa, y su difunta hijastra Laura Boyer la ha dejado como un trapo. Mami no está bien y eso angustia a la Falcó, quien por otra parte está demostrando que o no tiene ni la más remota idea de relaciones, o que quiere cargársela desde dentro. Con cierta sutileza, que parezca un accidente. Si quiere le hacemos un pequeño recordatorio: una pareja puede firmar su sentencia de muerte cuando hay una mudanza o unas obras por medio. Hay que con pies de plomo, paciencia y cintura. Ah, sí, y paz interior. Precisamente la que está perdiendo el novio.
La nueva aventura de Tamara i Íñigo que pone en riesgo su paz
Leemos en Informalia la nueva aventura de los amantes: es estresante y llamativa, cuando menos sobre el papel. Eso sí, tengan en cuenta que no hablamos de gente normal, estos son pijos 5 estrellas, con asistentes, criados, mayordomos y gente que se come los marrones por ti. Pero vaya, que incluso así hay zonas de peligro extremo. Hablamos de hacer una reforma en casa, con constructores, industriales y obreros circulando por tus dominios, tomando decisiones espinosas sobre colores, acabados y caprichitos diversos. Ay, las obras. Qué bien que te sientes cuando acaban, ¿verdad? Pues eso es lo que empieza a pasar en casa Falcó, preparando el que será su hogar... y de sus futuros hijos, si llegan. La historia de esta reforma es muy jugosa: la hacen en el ático de megalujo diseñado por el arquitecto de los famosos Joaquín Torres en Puerta de Hierro, en Madrid, y es propiedad en exclusiva de la marquesa de Griñón. Le dieron las llaves hace 8 meses y todavía no lo ha estrenado. Y no lo hará, de momento. Tamara lo está volviendo a hacer, ya no le gusta. Jopetas.
Hacer obras en un ático de megalujo que no has ni estrenado, la nueva excentricidad de Tamara Falcó
El encargado de la reforma del piso de más de 180 metros cuadrados, dos terrazas y una piscina privada no será el marido del televisivo Raúl Prieto, cosa que seguro lo ofende. Es como decirle al arquitecto VIP que su diseño de millón y medio es una chapuza muy mejorable. El digital explica que una empresa hace tiempo que preparaba los cambios, y ahora "la está dejando a su gusto. Quiere que sea más diáfana, tipo loft, con la cocina y el salón comunicados". También que la iluminación está siendo alterada, como otros detalles para "personalizar al máximo la vivienda". Tuneada. Y aquí entra en juego Onieva, que llenará su agenda con visitas de obra, elección de materiales y un largo etcétera. Más presión. La peor noticia para un novio que vive con el corazón en un puño. Lo único por lo que no sufre es por la pasta, porque no es suya. Ahora bien, tendrá que calmarse porque la Falcó consigue grandes descuentos haciendo promoción en los medios que él maltrata. Dicen que "le han hecho una más que generosa rebaja por promocionar la empresa que comercializa estos pisos. No podemos afirmar que le hayan regalado la casa pero si Hacienda supiera de la rebaja podría tomar cartas en el asunto". Se puede cargar el negocio. Y la boda. Y todo el castillo de naipes. Acabarán fatal.
Valeriana a cubos, Íñigo. Respira. Que tienes la meta a la vuelta de la esquina.