El retiro de Tamara Falcó y su marido Íñigo Onieva en una lujosísima clínica macrobiótica de Alicante quizás ha tenido efectos saludables para la forma física de la pareja, pero mentalmente los resultados no serían tan ideales de la muerte. Hace pocos días se hizo pública una pelea en público en un restaurante pijo de Madrid. La escena: Onieva levantándose de la mesa a la brava y largándose del local en solitario, dejando a la aristócrata con un palmo de narices y dos amigas de carabina. Los rumores de crisis, desbocados. Tarde o temprano tenía que llegar esta fase, tras una relación de novios conflictiva, una reconciliación inverosímil y una boda que fue un viacrucis. Tampoco parece que el tema de la maternidad avance, y las fiestas de Navidad no ayudaron mucho. Total, que todo el mundo habla del tema. Incluso Isabel Preysler.
La socialité filipina, madre de la marquesa, se ha manifestado en dos ocasiones sobre el tema. "Yo no veo ninguna discusión. Ellos están divinamente", ha dicho en las páginas de la revista 'Hola', expresiones similares a las que utilizó durante un sarao con Pablo Motos a su lado. Isabel, que se declara soltera, con pretendientes, pero sin ganas de volver a embarcarse en la enésima aventura del amor, hace de portavoz oficial del matrimonio y desmiente problemas en el paraíso. La insistencia a responder a estas preguntas indiscretas, sin embargo, podría indicar una necesidad de calmar las aguas.
Lo que es incontestable, en todo caso, es que Tamara Falcó e Íñigo Onieva han puesto distancia, se han separado después de la riña. Cada uno por su lado haciendo planes totalmente opuestos; uno en Catalunya y la otra en Madrid, en familia, en casa de mamá. Poco original, sí. Ha colgado una imagen abrazando a su hermana Ana Boyer, embarazada, y otra de cupcakes de zanahoria, haciendo promoción del centro para perder peso en el que, finalmente, parece que sí que han estado de gorra. Que Falcó se refugie en su clan tiene su jugo, porque su marido ha buscado otro tipo de compañía y agenda de actividades: colegas, naturaleza y, desgraciadamente, poca nieve: Baqueira.
El consorte ha ido a la estación favorita de los pijos españoles, y ha compartido su expedición por los Pirineos, haciendo montaña. Una imagen que suscita sospechas porque no ha recibido ningún 'like' de su amada, cosa que sí ocurre con el resto de publicaciones anteriores. Tampoco Onieva ha correspondido sus publicaciones con pequeños corazones. Empate con sabor a derrota conjunta, y a una relación que se resquebraja. Todo eso solo 6 meses después de un bodorrio que taladró la cabeza de media humanidad durante meses y meses, con idas, venidas, dificultades, sospechas e incluso gastroenteritis galopantes. Los fogones de la chef Tamara apestan a chamuscado.