Madrid celebra su semana de la moda, y las celebrities españolas no se han querido perder una de las citas más llamativas: el desfile de Pedro del Hierro, presentando la colección primavera-verano 2024, de temática y título caribeño: "Delirio cubano". Un delirio en el que destacan dos protagonistas, ambos sentados esta mañana en el front row de la pasarela: una es Tamara Falcó, colaboradora de la marca como diseñadora. Ay, es que esta chica sirve para todo, ¿qué no? Presentaba su línea de la marca TFP, que los entendidos en la materia aseguran que se ha inspirado en la reina Letizia. Pues bien, el otro personaje también tiene mucho jugo, precisamente por haberse convertido en la bestia negra de la hija de la Preysler, por haber pasado de íntimo a proscrito, por haber sido el VIP castigado en su boda. Hablamos, sí, del presentador venezolano Boris Izaguirre.
El comunicador era uña y carne de Isabel Preysler, y por lo tanto, un buen colega de la marquesa de Griñón. La amistad saltó por los aires con los famosos cuernos y ruptura de la Falcó con Íñigo Onieva. Mejor dicho, con las palabras que Tamara pronunció durante unas jornadas de integristas ultracatólicos en México, pocos días después de mandar a Íñigo a hacer gárgaras. Un discurso claramente homófobo y que no quedó sin respuesta por parte de Boris, que la puso guapa-guapa en el diario 'El País'. Un afrenta inasumible para el clan Preysler, que lo marcó con una cruz y lo expulsó del paraíso. Pasaron los meses, pero no hubo clemencia. A la hoguera, por traidor.
La penitencia ha llegado a su fin durante el desfile. Boris, al llegar a la cita, decía que se moría por ver las creaciones de Tamara, incluidas en la puesta en escena de Pedro del Hierro. Unas palabras bastante aduladoras, se atisbaba algo más: "Tamara está iniciando este camino en algo que le interesa muchísimo. Todas las cosas las hace bien y es muy sería y aplicada en todas ellas, así que yo, la verdad, eso es lo que quiero ver y acompañar. Y es lo que le diré". También reconocía que habían mantenido contacto vía mensaje, al saber que compartirían primera fila en el desfile. El diseñador había colocado a los examigos a unos metros de distancia. La suficiente para que "corra el aire", pero que en realidad suponía una humillación para Izaguirre. Miren las fotos, qué incomodidad. Incluso la estampa tiene aroma a súplica.
El momento estelar, el reencuentro entre Tamara y Boris. Es él quien se acerca, quien toma la iniciativa, quien le da un beso. Quién pide la disculpa pública. Ella, con su sonrisa exagerada y con tufillo a falsedad y superioridad, le perdona la vida. Sabe mal por Boris, que ha claudicado. Debe ser que le compensaba más aquella amistad amordazada, pero vaya: es su elección. Y aquí sí que no nos meteremos. Pero como espectadores de aquel serial, estamos plenamente decepcionados.