Tamara Falcó tiene una habilidad muy especial. Es capaz de dejarnos con los ojos como platos cada vez que somos partícipes de su forma de vida. Ser millonaria, marquesa e hija de Isabel Preysler marca y mucho. Si existiera un aparato que midiera el nivel de pijerío lo reventaría a la primera. No lo puede evitar, es lo único que conoce. Lo vemos cada vez que aparece en una revista del corazón, cada vez que cuelga una imagen en Instagram o cuando abre la boca en 'El Hormiguero'. El festival de clasismo es descomunal, o sea.

Todavía no nos habíamos recuperado de una foto tan comentada como de mal gusto durante las fiestas de Navidad. Aquella que se hizo con la mamá Isabel en Miami junto a un árbol de Navidad con más decoración que todo el Paseo de Gràcia de punta a punta, pero sobre todo con una montaña de regalos tan obscena que hace pensar que secuestraron a Papá Noel y lo tienen atado en el sótano. Qué demostración gratuita de opulencia, oiga. Tampoco estuvo nada mal la fiesta de su 40º cumpleaños en el Palacio de Santoña de Madrid. Más que un cumpleaños aquello era un bodorrio a todo trapo, con 150 invitados, menú de lujo, full equip. Todo es excesivo y escandaloso, aunque cuándo hable parezca no haber roto un plato jamás con aquella vocecilla y acento tan particular.

La obsena escena navideña de Isabel Preysler y Tamara Falcó / @tamara_falco

Tamara Falco, Isabel Preysler e Iñigo Onieva en la fiesta del 40.º cumpleaños / GTRES

Si alguien cree que la Falcó es diferente en un ambiente más íntimo y sin el objetivo de una cámara delante de sus narices, se equivoca. La cosa es todavía peor. Bueno, cuando decimos peor queremos decir más pija. Y la muestra ha llegado de una forma inesperada gracias al objetivo de otro tipo de cámara: no la de un paparazzi, sino la de un vehículo de Google Maps. Por inverosímil que parezca, Tamara ha sido pillada por este servicio mientras tomaba un café con su novio Íñigo Onieva en su cafetería de confianza en Madrid. Sus caras han sido difuminadas, claro, pero son ellos. No hay ningún tipo de dudas. Lo sabemos por el séquito que les acompañaba, y que les esperan formales y obedientes en la puerta del local. Una sirvienta y dos perros.

Tamara Falcó, Íñigo Onieva, la sirvienta y los perros / Google Maps

Tamara Falcó tiene dos perros: Un golden retriever que se llama Vanilla y Jacinta, una caniche de color marrón claro. La hemos visto en alguna ocasión paseándolos por las calles de la capital de España. Normal, dirán los que conviven con animales, e incluso los que no. Ahora bien, tienen que saber que estos testimonios son excepcionales, porque no siempre es así. Sólo en días especiales. El resto la que se encarga es una asistenta. Podrían decir que eso de tener a alguien que los pasee entra dentro de la normalidad de cierto nivel adquisitivo. Pero que salgas a pasear con la paseadora es otro nivel. Es una más del 'rebaño', con todo el respeto. Ella no toma café, espera en la puerta, como los perritos. Un delirio.

La asistenta y los perros de Tamara Falcó esperan formales y obedientes en la puerta de una cafetería / Google Maps

Milagro: Tamara Falcó paseando los perros ella solita / GTRES

Falcó tiene perros, no hijos. Pero si algún día los tiene, ya sabemos dónde, cómo y con quién tendrán que esperar mientras la madre se toma un latte macchiato con toda la pachorra. Ideal.