Esto no hay quien lo pare. Bueno, solo queda la opción made in Hollywood: eso del "que hable ahora o calle para siempre" y que una amante embarazada o una esposa engañada denuncie al novio en la misma iglesia. Podría ser, pero no. La boda de Tamara Falcó e Íñigo Onieva es un guion peliculero pero no tanto. Además, hay una razón logística que impide esta hipótesis loca: que en la capilla donde el padre Cruz oficiará la ceremonia solo caben 10 o 12 personas. El resto lo seguirá en la misma finca por pantallas gigantes. Gritarle a una televisión en medio de tan opulenta reunión de la jet-set podría ser un buen espectáculo, pero ni detendría el oficio ni, lo más importante, quedaría grabado por ningún teléfono móvil. Y no veríamos jamás un espectáculo que es el sueño de muchos seguidores del culebrón. Conclusión: que se casan. Qué sí.
La preboda del viernes ha sido el pistoletazo de salida de la movida madrileña osssea del siglo XXI. El hotel Ritz, actualmente propiedad de la cadena Mandarin Oriental, acogía una jarana que se alargó hasta las tres de la madrugada. El momento más esperado, evidentemente, fue la llegada de la pareja. Lo hacían, como la mayoría de las cosas desde hace un tiempo, por separado. Tanto es así que a la hora de marcharse a casa también lo hicieron de esta manera, cada uno por su lado. Cosas del tradicionalismo Falconiano, aunque también pueden haber algunos malos rollos que sería mejor no remover antes del día 'D', no sea que todo salte por los aires. Eso sí, un beso gratis para salir al día siguiente en toda la prensa, programas, etcétera, sí. Generosos que son, regalando la imagen. Pues no.
Tamara Falcó, detalle de mal gusto con sus aliados
El negocio de este enlace es enorme, con una exclusiva de 1'6 millones de euros. Por eso hay 400 invitados, joyas, Borbones, Carolina Herrera, lsabel Preysler, Chábeli, aristocracia, VIPS, de todo. La revista 'Hola!' tiene que poner toda la carne en el asador para tratar de recuperar una parte de la inversión, con el número especial de la revista que saldrá el lunes. Y hablando de poner: los que no ofrecían ni una mísera botellita de agua fueron los novios millonarios, la marquesa y el consorte. Detrás de tanta capa de oro y lujo hay otra de mal gusto. La multitud de reporteros, fotógrafos y profesionales del mundo rosa que se pasaron horas trabajando para vender las maravillas de su boda tuvieron que pasar calor, sed y penurias. Feo: Tamara tendría que ser la primera en saber que a los aliados y compañeros se les cuida. Porque si no lo cascan en directo y te retratan. Exactamente lo que pasó ayer en Telecinco, en el Deluxe.
El hotel Ritz le salva la papeleta a la Falcó, una reportera raja en directo
La enviada del programa, una reportera encantada de la vida con la boda, la fiesta y los famosos, de repente dejó a María Patiño de piedra con una denuncia contra los novios. Unos tacaños clasistas sin ningún tipo de empatía. Allí hinchándose a copas, canapés y pasándoselo de coña y ella con la garganta seca de tanto adularlos. Sus reservas se agotaron y aquello era como el desierto del Gobi, pero los ricos no estaban por las cosas del populacho. Evidentemente, nadie había pensado ofrecerles nada, y la peña empezaba a sublevarse. El Hotel Ritz salió al rescate, flipando con la situación y tratando de evitar un problema más grave a sus clientes, proporcionando pequeñas dosis de agua. La periodista lo agradeció en directo, pero al mismo tiempo destapaba las vergüenzas de Tamara.
Tampoco nos extrañaremos demasiado: si a sus invitados los trata así-así, a los que se quedan en la puerta, ¿cómo les tendría que tratar? Pues eso.