La marquesa de Griñón, Tamara Falcó, ha tomado una decisión que ha sacudido a sus seguidores y al círculo mediático: renunciar al sueño de la maternidad junto a Íñigo Onieva. A poco más de un año y medio de su tan esperado matrimonio, la pareja enfrenta un desafío que, aunque siempre estuvo en sus planes, parece haber llegado a un callejón sin salida. Desde el principio, Tamara dejó clara su intención de formar una familia con Íñigo. Sin embargo, los meses pasaron y, tras múltiples intentos fallidos de tratamientos de fertilidad en Madrid, decidió frenar el proceso. Además, sus firmes convicciones religiosas le han impedido explorar alternativas más comunes como la fecundación in vitro o la gestación subrogada.“Yo tengo mis creencias. Para mí son más limitadas las opciones”, declaró Tamara en una entrevista reciente.
Un cambio de rumbo: Barcelona como última esperanza
Ahora bien, tras abandonar los tratamientos tradicionales, Tamara apostó por un enfoque más acorde a sus valores en Barcelona. Bajo la supervisión de una experta en fertilidad que combina un enfoque médico y holístico, la hija de Isabel Preysler buscó una alternativa que respetara sus creencias. “Estoy viendo a una médico que lo está tratando todo desde el interior y me ha hablado de diferentes opciones dentro de mis valores morales”, aseguró.
A pesar de su renovada esperanza, la pareja empieza a sentir el peso del tiempo. Tamara, de 43 años, admite que su edad es un factor complicado. Sin embargo, ha optado por no rendirse sin antes investigar todas las alternativas que la vida y su fe puedan brindarle. De hecho, se comenta que cuenta con un grupo de religiosas a su alrededor, quienes son remuneradas para elevar sus oraciones cada día, pidiendo a Dios que le otorgue el milagro de concebir.
Tamara Falcó acepta la realidad de no poder quedarse embarazada
Sin embargo, a pesar de su optimismo inicial, la realidad de la maternidad se ha convertido en un tema delicado para Tamara e Íñigo. Según fuentes cercanas, la pareja se encuentra unida, pero consciente de que no siempre los sueños se cumplen como uno espera. El embarazo que tanto anhelaron sigue sin llegar, y Tamara comienza a aceptar que quizás nunca lo haga. “Estamos deseándolo, pero también es verdad que hay ciertas cosas que si no pasan...”, reflexionó la marquesa, dejando entrever su aceptación ante una posibilidad que parecía inevitable. Las familias de ambos, especialmente Isabel Preysler y la madre de Íñigo, han mostrado su apoyo incondicional, aunque las expectativas iniciales de ambas familias eran altas.
Este golpe en la vida de la socialité no solo pone en perspectiva los desafíos de la maternidad tardía, sino también la compleja relación entre sus convicciones religiosas y los avances médicos actuales. Con todo, Tamara ha demostrado una vez más su carácter resiliente, enfrentando las adversidades con una mezcla de fe y resiliencia. Por ahora, la pareja ha decidido centrarse en su relación y en otros proyectos conjuntos, mientras Tamara Falcó deja abierta la posibilidad de un “milagro”. Aunque la resignación empieza a hacer mella, la marquesa de Griñón aún conserva algo de esperanza, aunque cada día se siente más convencida de que no podrá alcanzar el sueño más anhelado de su vida.