Llega el momento más esperado para uno de los protagonistas del culebrón amoroso de la jet-set española. Unos que quieren casarse el próximo 8 de julio, sí, pero no estamos seguros de que lleguen de la mano. Tamara Falcó e Íñigo Onieva venían con mochilas personales cargadas de piedras cuando se conocieron, metieron nuevas y pesadas durante su cortejo y todo estalló a las pocas horas de anunciar que habría boda. El famoso vídeo del morreio en un festival techno VIP en el desierto de Nevada circulaba a toda velocidad y en bucle. En el móvil de Tamara, por ejemplo. Lo mandó a hacer gárgaras, pero después hemos asistido al milagro del perdón y la reconciliación. Si hacemos referencias místicas o religiosas es porque la devoción cristiana ha jugado un papel esencial. Íñigo ha cambiado la fiesta por la oración conjunta y la ha cautivado, hasta el punto de volver a la casilla de salida. Hacia el altar.
Pero claro, la sombra de la duda exsite, y es difícil asegurar si Íñigo abandonará o no la paz interior para dejarse a la voluntad de los demonios exteriores. Es un experto en estímulos nocturnos, esta acostumbrado a estar alerta. A veces te tienes que imponer a gritos. Gritos pijos, sí, pero gritos. Como los que le pegó a su amigo Hugo Arévalo, el que flirteó con Tamara durante la separación, o como los que intenta contener contra la prensa, pero sin èxito. Y cada vez más, poniendo en peligro el negocio de su futura esposa... y el suyo propio. Atención porque ya se sabe que han vendido la exclusiva por una cantidad astronómica: un millón de euros, según algunas fuentes. Bastante pasta como para cabrearse como una mona con reporteros, le va en el sueldo.
Íñigo Onieva, preparado para pecar de nuevo en la despedida de soltero
Haber vendido la boda en la finca el Rincón, que se cae a trozos y donde colocarán a los invitados bajo una carpa con lavabos portátiles a su lado, no es el gran momento de Onieva en estos últimos meses de soltería. Va loco por liberarse de preparativos, de reformas y del jaleo mediático que lo rodea. Y qué mejor manera que preparando a conciencia la despedida de soltero, la última gran juerga con los amigotes antes de cambiar de estado civil... y de entrar a formar parte, ahora sí, de la familia Preysler. Hace tiempo que tiene la fiesta abandonada y podrá a volver a pecar antes de ir más atado, y lo sabe. Lo intentará gracias a sus colegas, que son los encargados de diseñar el desfase. No es una despedida normal, claro: es un viaje. A Argentina. Alguien se ha ido de la lengua o ha querido filtrar los detalles más jugosos a Telecinco, quizás para saber la reacción de la Falcó. Por si colaba. De momento, ninguna noticia al respecto. Esperaremos.
Una fiesta interminable de hombres sin móviles a miles de kilómetros: la preocupación de Tamara
Gastronomía, turismo y diversión durante unos cuantos días. Esto es lo que prepara el grupo de Onievers en el gigante de América del Sur. Se ve que a Íñigo le hacía mucha ilusión porque quería celebrar el Fin de Año en Buenos Aires, y no lo pudo hacer por todo el problema con Tamara. Lo cambió por la misa del Gallo, el arrepentimiento y el amor. El grupo afirma que no quiere dar motivos a la novia para enfadarse y que recule una segunda vez, y habla con excursiones y propuestas aparentemente inofensivas. Pero 12 hombres como Onieva a miles de kilómetros y sin teléfonos móviles celebrando el fin de la soltería... hum. La fiesta está asegurada, veremos su capacidad de resistencia. Lo que es seguro es que alguien tiembla en Villameona. Tamara, alerta. Al loro con los vídeos y las redes.
¿La nueva contención o un "por los viejos tiempos?" Lo tiene en las manos, que las controle. La Falcó tiene ojos en todas partes.