Tita Cervera, Borja Thyssen y Blanca Cuesta son los personajes principales de una trama mediática que parecía había quedado en pausa. Pero hace un par de semanas alguien ha pulsado el botón de play y la tregua ha saltado por los aires. A ver, que motivos están dando. Y por iniciativa propia en primer término, con la matriarca Camen Cervera ofreciendo una entrevista a Risto Mejide y abriendo las puertas y ventanas de par en par. Con un matiz: fue torpe o tramposa, en colaboración con Mediaset: se suponía que respondería a la gran pregunta de la paternidad de las gemelas de la baronesa, Carmen y Sabina. Una pregunta con dos posibles respuestas: la que explicaba EN Blau, que el donante de esperma fuera Manolo Segura, el exmarido fallecido; la otra, la que tiene más morbo y es más turbia, es que sea Borja Thyssen, su hijo. Esto lo ha defendido Telecinco durante años, y justo cuando anunciaron a todo trapo que Risto le sacaría la respuesta, ay. Censuran el fragmento por orden de los abogados. Parece un tejemaneje, a pesar del lamento posterior del presentador.
La relación madre-hijo es una montaña rusa de emociones. Con Mejide rezumaba amor por él, pero un amor condicionado y tóxico. ¿El motivo? La enemistad irremediable entre Carmen y la nuera Blanca. No soporta a la mujer de Borja, el odio es legendario. Todos sus intentos por alejarla han acabado fracasando. Por eso no se corta, como hizo en el 'Viajando con Chester'. Hará el papelón en contadísimos actos oficiales y alguna ocasión extraordinaria por las gemelas, pero el resto es frialdad gélida o fuego arrasador. Blanco o negro. Y precisamente por eso es interesante pensar en Tita cuando leemos una noticia que cambia el horizonte familiar de manera radical. Bien, no es la primera vez que les pasa, pero siempre asusta. Podrían ir a la cárcel.
La Fiscalía pide 3 años de prisión a Borja Thyssen y Blanca Cuesta por defraudar a Hacienda
Borja y Blanca son millonarios. La madre y suegra Tita, multimillonaria. El dinero es una especie de castigo divino en esta familia tan poderosa. Pero Thyssen y Cuesta siempre acaban llamando la atención de la Agencia Tributaria, les extrañan cosas. En 2019 se salvaron de una pena de 2 años por la acusación de fingir vivir en Andorra para evitar pagar impuestos. Un juez dijo que no había pruebas. 4 años más tarde la amenaza vuelve: les piden 3 de cárcel y un millón de multa por defraudar cerca de 350.000€. El informe de la fiscalía asegura que ocultaron 1.586.037,39 euros de una venta de participaciones, simulando operaciones entre empresas del matrimonio. Sociedades que, por por otra parte, son lo más parecido a un fantasma: ni trabajadores, ni operaciones, ni cuentas... Un entramado societario para ahorrarse una pasta, vaya. El próximo 14 de febrero tienen cita en un juzgado madrileño con la apertura de juicio oral.
El sabor agridulce de la baronesa Thyssen, una victoria pírrica
Ahora pónganse en la piel de Carmen Cervera, masticando la noticia y su sabor agridulce, pensando si echar una mano o dejar que la pareja a su suerte. Un escándalo más no impresionará a nadie, aunque no es nada agradable para alguien de su posición y a sus casi 80 años. También pensará en la victoria, pero que sería pírrica. ¿Si se cumplieran las peores previsiones para la pareja, la desgracia de un hijo compensaría perder a una nuera que detestas? Este es el dilema moral del que no es ajeno la opinión pública y que seguro pasa por la cabeza de los protagonistas.
Los Cervera y Thyssen son expertos en arte, pero ahora toca una vieja costumbre: salir a bailar. Han vuelto a escena. Uno de ellos también al banquillo, de la mano de su mujer.