Toni Cantó promete darnos muchas tardes de gloria en su nuevo cargo. No lleva ni cuatro días como flamante director de la Oficina del Español y ya ha hecho el ridículo de mala manera. Y lo que te rondaré, morena. Cuando alguien como él, trepador por vocación, sólo tiene como objetivo ir cambiando de chaquetas y ponerse cara al sol que más calienta, pasa lo que pasa, que mea fuera de tiesto una y otra vez. Es lo que tiene no tener ni oficio ni beneficio.
A Cantó sólo hay una cosa que le preocupe. Bueno, dos. Una, él mismo y su subsistencia política caiga quien caiga. Si tiene que cambiar de color, ningún problema. Cantó, siempre lo hemos dicho, bien habría podido ser la inspiración de Groucho Marx cuando dijo aquello tan brillante de Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros. La otra obsesión del político valenciano es Catalunya y todo lo que tenga que ver con el procés.
Vive por y para erigirse en un salvador de la patria para que cuatro hiperventiladitos le rían las gracias. Pero a menudo, su enfermiza manía antiindepe le ha proporcionado una avalancha de sopapos con la mano abierta. Como el que le dedicó Dani Rovira y tantos otros actores españoles de renombre por decir que no actuaba en Catalunya porque hace obras en castellano. O más recientemente, por escupir contra el programa de TV3 Bricoheroes y contra sus presentadores, Jair Domínguez y Peyu, quien se encargó de ponerle en su sitio.
Tanto fijarse en lo que pasa (o lo que él cree que pasa) en Catalunya hace que no cuide lo suficiente lo que pasa en el chiringuito que le han montado. Porque lo mínimo que se le puede exigir al único encargado de pregonar las bondades del español y único encargado de la Oficina del Español es que como mínimo, utilice adecuadamente el español. Pero ni eso.
Ha sido el periodista Isaías Lafuente quien se ha percatado de un detallito en el timeline del perfil de Twitter de Toni Cantó. Al lado de su foto y la presentación que él mismo se hace ("actor por vocación, político por devoción"), escribe su nuevo cargo. ¿Pero cómo lo ha hecho? Lafuente lo ha capturado y ha resaltado el error:
El tuit, y la captura, del periodista es, como ven, de las diez y ocho minutos de la mañana. Minutos después, el mismo Cantó ha enmendado la pifia y ha puesto la letra "e" de "español" en mayúscula. Pero la red, y Lafuente, han ido más rápidos y se han abonado a la mofa:
Algunos ultras de la piel de toro amantes del victimismo y la mentira pregonan a los cuatro vientos que en Catalunya se menosprecia la lengua castellana y que el castellano está en peligro de extinción y estupideces de este estilo. Quizás tienen parte de razón... El castellano está en peligro. Pero no por lo que pase en Catalunya, que no es cierto, sino mientras el encargado de la Oficina del Español sea un personaje tan grotesco como Toni Cantó.