¿Recuerdan aquello que se decía cuando empezó lo peor de la pandemia? "Saldremos mejores", "todo irá bien , "ens ensortirem", repetíamos como loros. Más bien, "saldremos menos" y más brutos de los que 'entramos', y basta. La irresponsabilidad de muchos tira por los suelos los esfuerzos de la gran mayoría. Un comportamiento lesivo para la sociedad, especialmente para todos aquellos que están considerados como grupo de riesgo por sus circunstancias personales: edad avanzada, patologías previas, etcétera. Si a la falta de conciencia colectiva le añadimos un control deficiente del mantenimiento de las medidas, la gravedad de la situación se explica por sí misma. Sí, es cierto: no se puede poner un policía en cada puerta. Pero tampoco hace falta, tendría bastar con una denuncia. E incluso así tampoco.
El sector de la restauración y el ocio nocturno han sido de los más castigados por las restricciones, ¿y cómo ha respondido una parte de la sociedad? Montando fiestas en domicilios particulares y pasando olímpicamente del tema. No hay que ser muy quisquilloso para detectarlas, no. Han sido una constante. Ciudadanos responsables, preocupados y enfadados (con razón) han advertido a las autoridades sobre lo que estaba pasando, pero la respuesta no ha sido siempre la adecuada. Uno de ellos, el locutor de RAC1 Toni Clapés, que ha vivido una experiencia muy desagradable durante el fin de semana: los vecinos de abajo decidieron organizar una juerga y, por si no era suficiente, su llamada a la Guardia Urbana de Barcelona fue un brindis al sol. "Todavía los espero", dice con socarronería. Clapés está harto, de unos y de otros: "saldremos adelante pero por selección natural". La denuncia ha recibido el apoyo de muchos seguidores.
Vivimos un dislate permanante, y en vez de aprender y mejorar, parecemos empeñados en ir hacia atrás. Qué despropósito .