Los peajes ya han pasado a mejor vida. Desde este miércoles ya no tendremos que pasar el vía crucis de hacer cola ante estas infames construcciones de color naranja, con vallas, donde religiosamente íbamos desangrando la tarjeta de crédito y buscando alguna moneda por poner en el cesto. Eso, si es que algún día no teníamos que pasar el mal trago de no llevar ni una cosa ni otra, como le pasó a Jordi Basté. No fue la única experiencia desagradable en un peaje.
Ahora que ya los hemos dejado atrás, esperemos que de manera definitiva, quién más quién menos tiene alguna anécdota o recuerdo vivido en Martorell, en La Roca del Vallès o en cualquiera de los muchos puntos tragaperras de los conductores. Como lo que ha verbalizado Toni Clapés en directo en su Versió RAC1.
Si a su buen amigo y compañero de cadena no le gustaban los peajes cuando era un niño, "de pequeño no me gustaban los peajes, aquellas colas, la vuelta de la Costa Brava que había al peaje de La Roca. Después, aquel megáfono que nos decía: 'Llegando a la Fábrica de Cemento, carril izquierdo señalizado directo en Barcelona. Aquella voz quería decir que se acababan las vacaciones, no era como ahora, que subes y bajas cada día si hace falta, para trabajar. En aquella época cruzabas un peaje y entonces era una anomalía", Clapés tiene un recuerdo dulce con ellos. ¿Con los de verdad? No. Otro que hacía sus delicias.
Lo explicó este martes, en una de las mejores secciones que se pueden escuchar en la ràdio en Catalunya, la colaboración del maravilloso Sergi Pàmies donde habla de estrenos de cine, de la vida y de lo que haga falta.
La conversación entre los dos, como siempre, deliciosa, les llevó a un momento determinado a recordar alguna anécdota que le pasara con algún peaje. Pàmies recordó a un trabajador inquietante que se encontraba siempre cuando bajaba de permiso haciendo la mili en Vitoria. "Sospechábamos que era una persona que había matado a familiares y que el único lugar donde lo dejaban trabajar era en un peaje en Gallur, un lugar ignoto en los Monegros," dice el escritor, provocando la carcajada al estudio y a los oyentes.
Interviene Clapés para decir que él, el recuerdo que tiene, es de una versión reducida de los peajes, "incluso, vendían una versión en juguete, yo lo había comprado. Eran unos peajes de estos en forma de rombos naranjas con unos coches". Pàmies: "Era adoctrinamiento, te tenías que preparar", apunta de manera sublime. "Había unos coches y jugabas a hacerlos pasar por allí", recuerda con nostalgia el locutor.
Y ahora, gracias a la magia de la radio, como se suele decir, gracias a esta comunión que hace tiempo que han creado Clapés y su equipo con sus oyentes, uno de ellos le ha provocado una sorpresa mayúscula y lo ha emocionado. Porque cualquier cosa que se diga por la radio, cualquier objeto que se recuerde, seguro que hay alguien que todavía conserva alguno en el altillo, en unos estantes de casa o en el trastero cogiendo polvo.
No es el caso de este ejemplar en perfecto estado de, precisamente, el añorado juguete mencionado por Toni Clapés. Porque un oyente le ha mostrado este "juguete boomer", con sus carteles de "Automático importe exacto" y "Autopista peaje" y los típicos cochecitos con los que jugaban los niños de hace cuarenta, cincuenta años. Al verlo, no ha podido hacer otra cosa que escribir un emocionante "Ohh, sois brutales!!!.
Una reliquia que vale mucho la pena conservar... Sus réplicas a gran escala, no hace falta. Pueden pasar a mejor vida que a nadie las echará de menos.