El mundo del periodismo y de los medios de comunicación es un campo de batalla muy competitivo. Si eres joven, tienes que picar mucha piedra para llegar a las cotas más altas. La experiencia es un grado, y con razón. A veces salta la banca y vemos a comunicadores de menos de 40 al frente de los principales programas, pero son una excepción. La gran mayoría tienen que trabajar duro, aprender de los veteranos y esperar su oportunidad: es ley de vida. No todos, sin embargo, tienen la paciencia necesaria y se sienten agraviados. Como una joven informadora, licenciada en 2017, que asegura que "los de más de 60 años nos hacen un tapón".
Laura Estrada, actualmente en la Cadena SER y que ha pasado por Onda Cero, firma un hilo bastante crítico con los profesionales más veteranos. "Pueden ocupar otras posiciones que no sean primera línea y hacer trabajo de gran valor", dice, reivindicando el relevo generacional: "que los que están en primera línea acepten que la experiencia no equivale a inmovilismo". La periodista se vende a sí misma y a su generación, aunque colocarse en esta posición parece atrevido por diferentes razones. Una de ellas, la que le ha espetado un gran comunicador del país como Toni Clapés, que no llega a los 60 (tiene 52) pero se siente interpelado: "En la radio donde trabajas seguro de que acabas de hacer un manojo de amistades...". El zasca es maravilloso: que hable con Carles Francino (62), Josep Cuní (66), Àngels Barceló (57) o Pepa Bueno (56), a ver qué piensan en apartarse. Y si necesita más opiniones, puede ir a Onda Cero y decírselo a Julia Otero (61), Juan Ramón Lucas (61) o José Ramón De la Morena (63), planteándoles un cambio. Imaginamos la respuesta y las carcajadas.
Está bien tener iniciativa, esperanza y una autoestima como la que demuestra Estrada. Pero el "quítate tú para ponerme yo" no parece muy buena tarjeta de visita.