El programa 'Està Passant' post-Diada se convirtió en una pesadilla para Toni Soler, Jair Domínguez y todo el equipo que hay detrás del aclamado programa de TV3. El caos (técnico) decidió formar parte de la emisión, manifestándose como un poltergeist inesperado, molesto y caprichoso que dejó al presentador a oscuras en más de una ocasión, estropeando más tarde el sistema de realización. Ver la silueta de Soler, recortada frente a los monitores del plató fue un incidente que iba aumentando de categoría: anécdota, running gag (frustrado), mosqueeo, impotencia y finalmente, rendición. La decisión, cerrar el chiringuito cuando sólo llevaban unos 15 minutos efectivos de programa, pidiendo disculpas e invitando a los espectadores a un programa especial en directo este mismo día 13 de forma excepcional.

 

Toni Soler disculpas caos Està Passant TV3

Los problemas y la oscuridad asomaron pronto: Dos minutos de programa y primer aviso. Parecía un parpadeo sin importancia. Pero la televisión en directo cumple aquello de que si alguna cosa va mal, todavía irá a peor. 40 segundos después la quiebra ya era más que evidente, interrumpiendo los chistes del show. Intentó añadir el obstáculo al discurso, pero el sortilegio no funcionó: "Este es festival de la palabra y el humor, mi cara no importa", ironizaba. Pero quizás los espectadores si que tenían interés. Y, como es natural, Soler estaba desconcertado y empezando a enfadarse, pero no le podíamos ver. Y cuando las luces (de perímetro, no las del programa) volvieron, le pillaron con la mano en la bragueta, bromeando con la situación. ¿Match-ball salvado?

Toni Soler bragueta Està Passant TV3

Toni Soler oscuras Està Passant TV3

El alma errante y gamberro que jugaba con la iluminación insistía, incluso durante la entrada de Jair Domínguez, que portaba el gran secreto de las movilizaciones del 11-S. "¡Qué pasa con las luces!!", gritaba el guionista. Pero el problema ya era grave: Los grafismos y las pantallas tampoco funcionaban. La solución, ir a publicidad, intentar poner orden y acabar el programa. Y parecía que lo conseguirían, pero no era la noche de los milagros. 5 minutos más tarde, volvía la oscuridad y los problemas técnicos, y precipitaba la decisión de que llegaría poco después: Adiós anticipado y convocatoria para el día siguiente como redención. Era mejor detenerlo allí: La mala suerte, el poltergeist y las malditas "cosas del directo" se ensañaron y tumbaron uno de los espacios líderes de la cadena pública.